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El precio del triunfo

La visceralidad de algunos fans no quiere aceptar que Chanel Terrero llevaba unos años buscando su lugar artístico

La artista Chanel ganadora de Benidorm Fest 2022, posa con su trofeo en el Mirador del Castillo, en Benidorm.

La artista Chanel ganadora de Benidorm Fest 2022, posa con su trofeo en el Mirador del Castillo, en Benidorm. / Joaquín Reina - Europa Press

Josep Cuní

Josep Cuní

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A Oscar Tusquets le encanta Benidorm. Considera la ciudad “un invento perfecto para un fenómeno nuevo que es el turismo de masas”. Llevaba medio siglo visitándola, observando su crecimiento en vertical y analizando su evolución desde muchos puntos de vista. Y decidió pintarla. Junto a fotografías de Eva Blanch, en otoño de 2016 presentó una exposición en Barcelona de la que dos de sus obras viajaron después a la Bienal de Arte de Londres.

Consciente de que nadaba contracorriente, Tusquets Blanca admitía que su “fascinación por Benidorm escandaliza a la mayoría de intelectuales y gente de buen gusto, pero es compartida por destacados sociólogos, urbanistas y arquitectos por su actividad aparentemente caótica pero tremendamente vital que se apoya en su estética desconcertante pero cierta”. La desbordante pasión con la que Oscar defendía su obra hacía desaparecer cualquier atisbo de duda sobre su sinceridad a pesar de su faceta provocadora, que aparecía cuando exclamaba: “¡Cuántos artistas han interpretado la belleza de Venecia pero qué pocos la de Benidorm!”.

Y aunque aquel punto de encuentro de jubilados reunidos por el Imserso podría aportarle un toque decadente, para Tusquets era todo lo contrario: “Además de interesante, es bonito”. Aun así, su ‘Gran Benidorm’ no pudo con la implacable pandemia que tras dos años de derrumbe económico ve aflorar ahora su pobreza. Para intentar compensarlo se lanzó el Benidorm Fest. Y el éxito del certamen para elegir la canción representante de España en Eurovisión resucitó los años dorados de sus primeras promociones musicales. Fue especialmente en los 60 cuando convocaba a artistas emergentes a los que facilitaba la promoción para grabar un disco. El Dúo Dinámico, Julio Iglesias, Raphael o Víctor Manuel pasaron por allí. Y sin que fuera requisito necesario, algunos de los que se hicieron con la Sirenita de Oro fueron convocados después para ir a Eurovisión como hacían los italianos con el vencedor del Festival de San Remo.

La polémica surgida en la remodelada edición es también fruto de la fuerza de la industria musical, los derechos de autor, la creatividad de productores internacionales y la garantía de que cualquier éxito no tendrá fronteras porque los clics digitales las barrieron para siempre. Por eso, plantear un concurso con decisión final mixta jurado-participación popular corre el riesgo en el que cayó el festival y que ha acabado en un dislate del que nadie puede recuperarse porque las redes, además de contundentes, también pueden ser crueles. Y si no, que se lo pregunten a la ganadora, que ha acabado dándose de baja de Twitter.

La visceralidad de algunos fans actuales no quiere aceptar que Chanel Terrero (La Habana, 28 de julio de 1991) llevaba unos años buscando su lugar artístico. La también actriz ha sido la protagonista de ‘El guardaespaldas’ como colofón a su presencia en los mejores musicales. La ha dirigido Agustí Villaronga, ha bailado con Shakira y actuado en ‘Águila Roja’. Todo en ella ha sido voluntad, esfuerzo y tesón desde que quiso dedicarse a lo que le dispone su sabor cubano, matizado por la introspección de la Passió d’Olesa de Montserrat.

“He soñado que me tiraban un tomate”, ha lamentado Chanel. Y la sangre ya es salsa gracias al apoyo del resto de artistas damnificados. Ha quedado con la Bandini para una calçotada.

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