Mesa de Diálogo

Malos augurios a mitad de legislatura

Pedro Sánchez ha sido incapaz de plantear una propuesta de financiación específica para Catalunya

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, se dirigen a su reunión en el Palau previa al encuentro de la mesa de diálogo, el pasado 15 de septiembre de 2021 en Barcelona.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, se dirigen a su reunión en el Palau previa al encuentro de la mesa de diálogo, el pasado 15 de septiembre de 2021 en Barcelona. / FERRAN NADEU

Joan Tardà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El día 13 de enero Salvador Illa dio una conferencia en Madrid. Sin tapujos afirmó que no habría amnistía ni referéndum, que representaban dos demandas inasumibles. Decirlo de manera rotunda y categórica en la capital del Estado hizo arrancar todo tipo de adhesiones de los ministros de un Gobierno que había podido nacer y crecer gracias a los apoyos independentistas, a raíz del compromiso de poner manos a la obra en la construcción de un proceso de negociación bastante provechoso como para que se convirtiera en un futuro en una resolución del conflicto España-Catalunya.

Esta rotundidad, tan reduccionista como demasiado fácil, resulta más contradictoria si se tiene presente que el dirigente socialista, desde la primera intervención como jefe de la oposición en el Parlament, continúa exigiendo que se abra en Catalunya un diálogo paralelo entre el independentismo y el autonomismo. En consecuencia, su pronunciamiento 'madrileño' no parece que tenga que ayudar mucho a hacer receptiva su propuesta, teniendo en cuenta que se formula desde la negación total de las posibilidades de la contraparte; es decir, “no hace falta que os pongáis porque estáis condenados al fracaso”. Seguro que hubiera sido más estimulante que, aunque fuera retóricamente, hubiera verbalizado que todo es susceptible de ser debatido y que (si se me permite la licencia) referéndums, los hay de muchos tipos. Incluso consultivos, por ejemplo.

Merece la pena reseñar que el día antes el presidente catalán le había precedido en una conferencia en el Club Siglo XXI en la que dejó dicho que difícilmente, desde Catalunya, habrá una segunda oportunidad de entendimiento si el Gobierno de España desaprovechaba la actual coyuntura, lo cual tampoco contribuía mucho a poner aceite en los cojinetes, porque las oportunidades no caen del cielo sino que se construyen y mutan. De “última oportunidad” tan solo tendremos constancia fehaciente con el retorno de la derecha española, cada vez más ‘fascistizada’, a la Moncloa.

Resulta preocupante, pues, que desde el socialismo catalán no se espolee al Gobierno de Pedro Sánchez, que renuncie a actuar como catalizador de un itinerario de crecientes confianzas que bloqueen el paso a un escenario de encontronazos cada vez más frecuentes y sostenidos. Efectivamente, nada hace entrever la celebración, comprometida para principios de este año, de un nuevo encuentro de la Mesa de Diálogo porque el PSOE actual no se ha librado del mismo síndrome que atenazó a Rodríguez Zapatero en su primera legislatura, ante el logro de aquello que había declarado que conformaba su objetivo estratégico: la construcción de la España plurinacional. Lo relata en sus memorias José Bono, al escribir que en 2004 el presidente español ya le había confesado, ante sus demandas como ministro de Defensa de ruptura con ERC, que lo haría, sí, pero más adelante, para no poner en peligro al Gobierno tripartito presidido por Pasqual Maragall. 

La complicidad entre el republicanismo y el socialismo quedó frenada, pues, por el pacto Mas-ZP y, posteriormente, Pedro Sánchez incluso se afanó para sustituir al nacionalismo convergente por Albert Rivera, a pesar de que, mal le pesara, a causa de la evolución creciente del independentismo en 2020 tuvo que aceptar el escenario actual.

Pero los miedos continúan incardinados en la médula ósea de un socialismo español que ni siquiera se siente presionado por el PSC actual. De hecho, Pedro Sánchez vive atrapado por el vértigo de tener que verbalizar en la Mesa de Diálogo una oferta para Catalunya después de que en la anterior convocatoria el Govern de Catalunya hubiera plantado la suya. No ha sido capaz ni siquiera de desbordar con iniciativas la próxima reunión de la comisión bilateral entre las dos administraciones, que deberían tratar transferencias e inversiones. Ni ha sido capaz de plantear una propuesta de financiación específica para Catalunya.

Arrancada de caballo y parada de burro, dice el dicho popular. Y nunca tan desgraciadamente actual porque los puentes continúan deteriorándose, lo cual genera perplejidad y desasosiego, atendiendo al hecho de que en el momento actual, en el que los ánimos se han apaciguado, asumir riesgos tendría que ser más factible que en escenarios anteriores, más encendidos. En todo caso, no es así. Al contrario, en el ecuador de la legislatura, el 'esto o nada' deliberadamente impuesto a los 'socios periféricos' en cuanto a la reforma laboral, la no puesta en valor de las aportaciones republicanas en otras modificaciones legislativas capitales como por ejemplo en la ley 'mordaza' o en la aprobación de la ley de Educación, la incapacidad para ofrecer una cogestión real de las autonomías de los fondos europeos de recuperación y los efectos colaterales del sorprendente anuncio de retirada de apoyo de los Comuns al Govern de la Generalitat, se nos presentan como la punta de un iceberg que ya se dirige directamente a la línea de flotación de la actual legislatura española. Y después, ¿qué?

Suscríbete para seguir leyendo