Bienvenidos a la 'zona Nadal'

Nadal festeja emocionado su triunfo en el Open de Australia.

Nadal festeja emocionado su triunfo en el Open de Australia. / @AustralianOpen

Javier Duarte

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De nuevo, Rafa causó asombro por su capacidad, que roza la perfección, de leer el partido, hasta romper una nueva barrera. Y eso que la final empezó táctica. Muy táctica. Utilizó Rafa los dos golpes, tanto de derecha como de revés. Usó muchísimo el cortado. Ahora, corto; ahora tiro más largo; ahora más corto…

En ese primer set no pasaron cosas demasiadas raras porque Medvedev jugó francamente bien. No había intensidad en el partido, como demuestra ese 6-2. Y en el segundo ya está el cambio, aunque no se traduzca en el marcador antes de llegar en el tercero a la ‘zona Nadal’. Se llega a donde quería Rafa. En esa zona es donde empiezan a pasar muchas cosas.

Jugar a tumba abierta

Se juega ya a tumba abierta, abandonando la táctica y pasan muchas cosas. Se ganan puntos con mucho ritmo porque emerge la intensidad, con mucho nervio. Ahí Rafa se maneja increíble. No hay nadie como él. Nadie puede jugar en medio de esa intensidad como lo hace Rafa, asumiendo muchos riesgos para derrotar a Medvedev. En esa ‘zona Nadal’ ha vuelto a demostrar que ni los jóvenes talentos, que empujan mucho desde abajo, están preparados para tumbarlo.

Quizá se quería salir con esa intensidad tan baja al inicio y elevarla después. Claro que se le podía escapar el partido con ese 2-0 adverso, aunque, para mí, lo raro es que a Rafa se le escapara el segundo set. Su triunfo demuestra que, con 36 años que va a cumplir, no existe otro como Nadal.

Rafa está por encima de todos en el aspecto emocional. No parece que tenga un cerebro. Parece que tenga cuatro

Medvedev será número uno mundial y va a ganar muchos Grands Slams, pero a tumba abierta no pudo con Rafa. Hemos asistido a uno de los grandes partidos de la historia contemporánea del tenis. Y gente tan joven, tan buena y tan preparada aún no pueden decir: ‘ganamos a Rafa Nadal’.

Lee y procesa como nadie

Está por encima de todos en el aspecto emocional. No parece que tenga un cerebro. Parece que tenga cuatro: el cerebro cuando pierde, el cerebro cuando gana, el cerebro para resistir y el cerebro para remontar.

Lee y procesa todo sobre la marcha de forma espectacular. Lo procesa mejor que nadie. A otros, en situaciones duras, el cerebro se le reduce. A él, no. Tiene respuesta para todo. Es una máquina.

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