Predicción de enfermedades

Adivinos moleculares

Análisis del ADN heredado de los padres permiten saber si existe un elevado riesgo de desarrollar una patología

Cadena de ADN.

Cadena de ADN.

Manel Esteller

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Después de haber visto la excelente película ‘El callejón de las almas perdidas’ del director Guillermo del Toro, estaba una mañana dándole vueltas al asunto de los magos, mentalistas y adivinos; sin querer hacer ningún ‘spoiler’ a los que todavía no se hayan acercado al cine. Me imaginaba a alguien delante de una bola de cristal prediciendo el futuro del cliente que se encuentra ante sí. En medicina nos gustaría predecir el devenir de una enfermedad o de una lesión. ¿Se va a curar? ¿Estas células un poco raritas van a evolucionar hacia las células transformadas de un cáncer? ¿Tendrá el paciente una reacción alérgica al fármaco? ¿Experimentará una buena respuesta al tratamiento? Expliquemos un poco qué modelos de bolas de cristal podemos usar para estas y otras preguntas médicas.

La forma más sencilla de predecir el comportamiento de una enfermedad es por la experiencia, los resultados previos y los estudios epidemiológicos y estadísticos existentes en la literatura científica. Siendo crudos, si una persona tiene un tumor cerebral maligno avanzado, los fríos números indican que la supervivencia prolongada tiene una probabilidad muy baja. Los porcentajes también dan buenas noticias, un tumor de piel no melanoma se cura en el 90% de los casos. Estemos siempre atentos a las excepciones que pueden ser muy útiles para avanzar, como el estudio donde participábamos recogiendo muestras de pacientes que habían vencido las estadísticas más ingratas con sus tumores diseminados y estaban vivos. De estos cánceres estamos aprendiendo mucho y quizás de estos casos extraños se puedan extrapolar tratamientos al resto. 

También podemos aventurarnos a ‘adivinar’ pronósticos de enfermedades por el contexto físico y fisiológico de esa persona. Ejemplo de rabiosa actualidad sería el hecho de que la enfermedad del covid-19 en sujetos sanos suele cursar con pocos síntomas o con clínica muy moderada mientras que si afecta a persona de edad avanzada, con defectos inmunológicos, afectaciones cardiacas y diabetes, pues el curso clínico es más grave. Con todas las excepciones que quieran. Por ejemplo, defectos o excesos innatos de nuestras defensas en individuos jóvenes podrían estar asociados con casos más severos. Otro ejemplo, una cardiopatía en una persona obesa con hipertensión tendrá peor evolución que en un individuo sin otros factores de riesgo. Como se decía en el siglo pasado: “El texto, en su contexto”.

A partir de aquí entramos en mecanismos y pruebas de adivinación más sofisticadas, pasamos de la bola de cristal de la caravana del campamento zíngaro al espectáculo de magia de David Copperfield en Las Vegas. Por ejemplo, técnicas de imagen como la ecografía, la resonancia magnética nuclear y el TAC pueden darnos pistas de si ese proceso está sucediendo en una persona con estructuras ya afectadas. Un ejemplo de aplicación de estas tecnologías es determinar el riesgo del aneurisma disecante de aorta. 

El descubrimiento de un fármaco contra un gen activado en el cáncer de mama ha mejorado la supervivencia de las pacientes

Pero si queremos verdaderamente ser generación zeta y casi vivir en el multiverso tenemos que adentrarnos en el apasionante mundo de los análisis celulares y moleculares. Los más aplicados son aquellos que nos dicen en función del ADN heredado de nuestros padres si tendremos un riesgo elevado de desarrollar una patología. Los más usados son en el campo de los tumores familiares, como las combinaciones cáncer de mama y ovario, o cáncer de colon, estómago y útero. Pero estos casos con fuerte componente heredado son solo el 5-10% de los casos totales en oncología. Para el resto de casos existen dos opciones: realizar un panel de genes seleccionados o un estudio genómico más generalizado.

Estos acercamientos estudiando moléculas biológicas permiten establecer perfiles que confieren un menor o mayor riesgo de que el tumor progrese rápidamente y sea más o menos malo el pronóstico de los mismos. Si un tumor tiene una ‘huella’ agresiva tendremos que aplicar tratamientos más contundentes, pero si el perfil es más indolente podemos ser más conservadores. Y existen ironías del destino. La mas conocida era un gen que cuando se encontraba activado en cáncer de mama era muy mala noticia. Años después se descubrió un fármaco contra esta diana y ahora estos pacientes han experimentado una mejora clara en su supervivencia. Debemos seguir invirtiendo en estos tratamientos de precisión en todas las ramas de la medicina. Cuídense.

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