APUNTE

Nadal y el 21º Grand Slam: un reto personal

Medveded es el mejor de los jóvenes tenistas que aspiran a dejar atrás la época del 'Big Three', pero Nadal está ante el desafío de convertirse en 'rey de reyes'

Nadal se coloca la cinta en el pelo durante su semifinal contra Berrettini.

Nadal se coloca la cinta en el pelo durante su semifinal contra Berrettini. / Dave Hunt / DPA

Javier Duarte

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Bestial, magnífico… Ya no sé cuál es el mejor calificativo para definir a Rafa Nadal. Pero la de este viernes no fue de las semifinales más duras que haya tenido en su carrera. Sí fue exigente en el sentido de sus propias dudas acerca de cuánto puede aguantarle el físico y si aparece el dolor, pero no a nivel tenístico. Nadal es muy superior a Mateo Berrettini, que, dentro de su extraordinario nivel, tiene un pequeño agujero en el revés. Contra jugadores de menor ranking quizá no lo acusa, pero contra los top ten y, sobre todo contra un zurdo muy constante como es Rafa, que le insiste con la derecha cruzada, es un lastre. Como dice el propio Rafa, Berrettini ganará muchas cosas, pero para jugar contra él tiene que mejorar.

Rafa salió muy fuerte, dominante, con las ideas muy claras. Y le salió perfecto. El primer set era muy importante. Sabía que, si físicamente aguantaba, el partido era suyo. Perdió el tercero, sí, pero eso es habitual en duelos de nivel parejo: si no tiras la toalla, te sueles llevar el tercero. El italiano tomó más riesgos, lo que a un set puede funcionar, pero a cinco es muy difícil. No creo que Nadal dudase en ningún momento.

Poco académico, pero efectivo

Otra cosa será Daniil Medvedev. De todos los jóvenes que aspiran a dejar atrás la época dominada por Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic, el ruso es hoy por hoy el mejor. Cualquiera de los otros tiene un punto débil como Berretini, pero Medvedev no. Su juego no es el más académico (su forma de ser tampoco) y a veces hace cosas raras: un segundo más fuerte que el primero, errores incomprensibles… pero su nivel es máximo. No solo es un campeón de futuro, sino de presente. A mí me encanta. El público de la Rod Laver Arena quizá vaya con Nadal, pero nunca se sabe, quizá eso le haga jugar mejor. El ruso ya privó a Djokovic de su 21º Grand Slam en septiembre en el Abierto de EUU y no va a acusar la presión de jugar una final de este calibre.

Medvedev protesta al juez de silla durante su semifinal contra Tsitsipas.

Medvedev protesta al juez de silla durante su semifinal contra Tsitsipas. / Dave Hunt / DPA

Veo la final al 50%. Nadal tiene ante sí un partido durísimo, aunque también lo tiene Medvedev. Rafa no va a tirar la toalla. Es una contradicción, pero aunque Rafa asegura que va cogido con pinzas y ya no tiene 23 años, cuanto más largo sea el partido, mejor para él. Esperemos que le aguante el físico. Ha tenido una semifinal menos exigente, creo que llegará a la final al 95 o al 100%, así que tengo en el corazoncito la esperanza de que se convierta en el rey de reyes

El mejor de la historia

Para Nadal, como para Djokovic y Federer, ser el jugador con más Grand Slams de la historia seguro que es importante. Si no lo logra no le va a quitar el sueño, pero va a luchar por ello. Si Rafa gana en Melbourne, seguro que el suizo ya no le alcanza. Y después vendría Roland Garros, donde el mallorquín tendría opciones de ponerse con dos de ventaja. Este tipo de campeones ya no le dan vueltas al dinero, pero sí a los retos personales. Seguro que en su entorno lo comentan y que lucharán por ello.

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