Ágora

En Gràcia, un nuevo urbanismo para la vida

La estrategia integral para proteger el patrimonio también protegerá al vecindario de las peores consecuencias de la presión especulativa

La parte alta de la calle de Verdi con construcciones tradicionales de Gràcia.

La parte alta de la calle de Verdi con construcciones tradicionales de Gràcia. / Elisenda Pons

Janet Sanz y Eloi Badia

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Cuántas veces nos hemos puesto las manos en la cabeza al comprobar que alguien, por sus intereses particulares, había dañado un edificio emblemático, una fachada histórica, una casa o una tienda de toda la vida. Nos hemos puesto las manos en la cabeza porque hemos sentido que una parte de nuestra historia y nuestra identidad se borraba para siempre. Y lo hemos sentido así porque patrimonios hay muchos, más de los que nos pensamos, ya sea por su valor histórico, arquitectónico o paisajístico, como por su naturaleza ordinaria: porque forman parte de nuestro día a día, de la ciudad vivida. 

Pero se ha acabado el ponernos las manos en la cabeza. Igual que se ha acabado el preguntarnos “¿cómo puede ser que estas casas o este palacio no estuvieran protegidos?”. Se ha acabado porque a partir de ahora tendremos una estrategia integral para proteger el patrimonio, que supone un antes y un después en la acción municipal. El objetivo es que todos los barrios sometidos a dinámicas especulativas disfruten de una protección pública para garantizar su presente y su futuro. Una estrategia que servirá también para proteger el vecindario que sufre las peores consecuencias de esta presión especulativa, en forma de alquileres abusivos, con una propuesta de vivienda asequible real. 

Los de Gràcia tienen que ser barrios donde querer y, sobre todo, donde poder vivir. Por eso, había que adoptar un claro compromiso para regenerar y proteger el barrio, y hacerlo a partir de cuatro pilares fundamentales.

El primero, proteger 3.400 edificios de gran valor histórico que forman parte del patrimonio ordinario, que refuerzan el arraigo y tienen la capacidad de crear vínculos comunitarios. El nuevo planeamiento marca el camino de una concepción innovadora de patrimonio, que va más allá de las grandes obras arquitectónicas, y lo entiende como aquel paisaje vivido que configura los barrios y la memoria colectiva. Además, en un contexto de emergencia climática, el respeto patrimonial es también una estrategia de reciclaje urbano, que acaba con los derribos sistemáticos y las enormes emisiones asociadas.

El segundo, deshacer un planeamiento urbanístico del año 1976 que preveía echar casas a tierra, y que era una espada de Damocles que colgaba sobre las cabezas de muchas familias. Garantizamos que el 94% de las viviendas que estaban afectadas desde hace más de 40 años, ahora, por fin, serán reconocidas como viviendas. Además, promovemos la vivienda asequible, ampliando la norma que hace que toda promoción privada tenga que destinar el 30% de las viviendas a precios asequibles también a parcelas de 400 metros cuadrados. 

El tercero, mantener la estructura de unos barrios que facilitan el paseo y las relaciones comunitarias. Gracia ya es una gran 'superilla', con unas calles llenas de vida, y necesitamos blindar un elemento esencial para que esto no cambie: el comercio de proximidad. Lo hacemos estableciendo la categoría de ejes de actividad comercial donde, en planta baja, solo podrá haber actividad comercial, y se evitará así la sustitución por otras actividades. 

El cuarto, reverdecer Gracia para hacerla más saludable. Gracia es uno de los cascos antiguos de Catalunya donde menos espacio libre hay, por debajo de Tortosa, Ciutat Vella o Girona. El nuevo planeamiento protege el espacio verde existente (público y privado) impidiendo, por ejemplo, que un jardín privado se pueda convertir en un edificio, y plantea incrementarlo en cada nueva intervención urbana. 

Si la innovación es la capacidad de la que nos dotamos como sociedad para aportar soluciones a retos presentes, podemos afirmar que estas estrategias son en último término un urbanismo innovador urgente e imprescindible. Un cambio de paradigma en la hora de pensar el patrimonio de la ciudad, incorporando la perspectiva social y ambiental que todo planeamiento futuro tendría que priorizar. Queremos que Gracia siga siendo la Gracia que queremos y que impulsa y forma la identidad de Barcelona: la vida de barrio, la calle y los espacios verdes, el pequeño comercio, el espacio para los niños y el intercambio cultural más cotidiano. Preservando la identidad de Gracia de hoy imaginamos un futuro lleno de vida por mañana.

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