Mandatario en aprietos

Biden se trumpiza

Con su popularidad por los suelos, el presidente de EEUU fue noticia la semana en que se festeja al patrón de los periodistas por llamar a un reportero de su televisión enemiga "estúpido hijo de puta»

joe biden

joe biden / periodico

Pilar Garcés

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Tenía que llegar, y ha llegado, el día en que el educado Joe Biden ha hecho bueno a su antecesor en el despacho oval, el deslenguado Donald Trump. El presidente de Estados Unidos llamó hace un par de días "estúpido hijo de puta» a un reportero de Fox News que le preguntó por la inflación. Nadie diría que sea un tema que pueda desatar una reacción tan agresiva del demócrata que cumplirá 80 años en noviembre, y que se presentó como la cara inversa del histriónico e inflamado empresario republicano que acostumbraba a ultrajar a la prensa crítica en las redes sociales. Venía el hombre de contestar lo que consideró «demasiadas preguntas» sobre Ucrania porque él comparecía para hablar de sus proyectos, y el corresponsal en la Casa Blanca del canal ultraconservador Peter Doocy le salió con un tema que no le va precisamente bien a su gobierno, que acaba de cumplir un año. Tal vez creyendo que murmuraba bajito, quizás pensando que el micrófono estaba cerrado, a la cuestión de si cree que la inflación disparada a un siete por ciento «será un lastre para las elecciones legislativas de final de año», Biden respondió: «Es una gran baza… más inflación. Maldito hijo de puta». No es el primer rifirrafe que tiene con Doocy, que gusta de poner al mandatario en aprietos con preguntas irritantes tales como si no considera que su administración «hace políticas demasiado de izquierdas».

Trump injuriaba por sistema a todos los periodistas menos a los de Fox, y Biden habla bien a todos menos al de Fox, las casualidades existen. El propio agraviado reveló que, tras la polvareda provocada por la publicación del vídeo con el improperio, por la noche el presidente le llamó por teléfono para disculparse. Que no era nada personal, le dijo. Claro que no, es profesional. Un líder capaz de pronunciarse sin exabruptos sobre Vladimir Putin, la pandemia o lo que se tercie no soporta el escrutinio de quienes considera sus opuestos ideológicos y salta como un resorte, convirtiéndose en lo que más despreció. No se prodiga Biden ante los medios. Ha dado un par ruedas de prensa en solitario en 12 meses. Tal vez se le ha oxidado el arte de la rendición de cuentas. 

Hace una semana, la nueva presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, decidieron ofrecer una comparecencia sin preguntas tras su primer contacto en Estrasburgo, así que los reporteros abandonaran la sala en defensa del derecho de la ciudadanía a conocer algo más que informaciones enlatadas en los gabinetes de propaganda. La Moncloa negó hace unos días la acreditación de media docena de medios de comunicación al acto en el que se iba a explicar el reparto de fondos europeos alegando un problema de espacio con las actuales restricciones. Todos los excluidos curiosamente tienen tendencia contraria al Gobierno de Pedro Sánchez, quien se aficionó a los monólogos televisados durante la crisis sanitaria, no aceptó réplica alguna tras explicarla remodelación ministerial y seleccionó las interpelaciones de seis medios en su balance de gestión del pasado diciembre, ninguno de ellos crítico con su gestión. Más casualidades.  

Peter Doocy asegura que perdonó sin rencores al líder norteamericano, advirtiéndole que seguirá haciendo preguntas diferentes de los demás. «Biden me animó: ‘Debes hacerlo’, así que ahora tengo un mandato presidencial», ironizó.

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