Pandemia y prensa rosa

Mi columna con covid y la foto de Urdangarin

Me sorprende que sigamos viendo, analizando, no contrastando y juzgando las relaciones de amor igual que hace cincuenta años

Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, a su llegada al bufete de abogados donde trabajan, en Vitoria

Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia, a su llegada al bufete de abogados donde trabajan, en Vitoria / EUROPA PRESS / RAÚL TERREL

Imma Sust

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Escribo esta columna, confinada en casa desde hace días. Un poco de fiebre, dolor de cuello y poco más. Me paso el día pidiendo favores a mis vecinos y mirando programas del corazón. Me sorprende que sigamos viendo, analizando, no contrastando y juzgando las relaciones de amor igual que hace cincuenta años. Pongo como ejemplo a Iñaki Urdangarin y a la infanta Cristina. Me levanto por la mañana, pongo Telecinco y en el programa de Ana Rosa escucho como si anunciaran la tercera guerra mundial. "¡Pillamos a Iñaki Urdangarin con otra mujer más joven mientras su mujer está en Suiza!”. No hace falta que os diga que me importa un rábano la vida sentimental de esta pareja, pero me engancha la forma que tienen los periodistas del corazón de venderla. Para empezar, nadie se pregunta qué tipo de relación sexoafectiva mantiene la pareja. Dan por supuesta la convencional y monógama de siempre. Nada saben de lo pactado en la intimidad de su alcoba y nadie se plantea la posibilidad de que mantengan una relación abierta o poliamorosa o directamente asexual. Por no hablar de lo antiguo que es dar por supuesto que un hombre no puede tener una amistad con una mujer más joven, a menos que este se la tire. Tendríamos que empezar a dejar de dar tanta importancia a la vida sexual de las personas y, más aún, si no podemos hablar ni contrastar la información con las afectadas. ¿Qué nos aporta llenar un día entero de televisión especulando si Iñaki Urdangarín ha mantenido sexo con una chica a la que solo se la ve paseando por la playa mientras le coge de la mano? Su mujer está en Suiza y él ha quedado con una amiga en el País Vasco francés. No hay noticia. Y creo sinceramente que, si los hubiesen pillado manoseándose de lo lindo, tampoco habría para tanto. O empezamos a revisar la prensa del corazón con el contexto actual, o pronto esos programas no los veremos ni los enfermos de covid. Créanme, estoy muy aburrida, pero después de ver en bucle la foto de la revista 'Lecturas' diez millones de veces, he decidido apagar la tele y ponerme a escribir esto. Lo siento, mi covid no da para más.

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