Apunte
La espiral ya está en marcha
Si la inflación subyacente, despojada de los precios más volátiles de energía y alimentos, se instala por encima del 2% es que la espiral ya está en marcha
Rosa María Sánchez
Redactora jefe
Premio Carlos Humanes de Periodismo Económico 2020. Máster Universitario en Investigación en Periodismo por la Universidad Complutense, en 2023. Profesora en el Título de Postgrado Especialista en Información Económica de la Universidad Nebrija. Colaboradora en RNE.
Cuando la tasa de inflación subyacente se pone fea, es que la situación es más complicada de lo que pudiera parecer. El año 2021 terminó con una tasa general de inflación del 6,5%, la más elevada en 30 años. De no haber sido por las rebajas fiscales sobre el recibo de la luz, la inflación habría llegado al 7,3%, según el INE. Echar la culpa de la elevada tasa de precios al efecto escalón respecto a un 2020 rasgado por la pandemia o a la subida de elementos volátiles, como la energía, pudo servir cuando se pretendía restar drama a los datos con el argumento de “esto va a ser transitorio”. Pero cuando las elevadas tasas contaminan a la inflación subyacente, el problema empieza a tomar un cariz más preocupante.
Si se eliminan los precios más erráticos de la electricidad (el recibo de la luz subió el 72% en 2021 según el INE) y de los alimentos no elaborados, la inflación subyacente ha ido escalando peldaños y ya se asoma al 2,1%. Es una tasa muy inferior a la general (del 6,5%), pero es un porcentaje nada sutil que revela que las subidas de la energía y los problemas de materias primas se están trasladando al consumidor. La inflación “quizás no sea tan transitoria como se pronosticó hace solo unos meses”, ha acabado aceptando el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), el español Luis de Guindos. La Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) estima que la inflación subyacente estará instalada por encima del 2% la mayor parte de este 2022.
Con este panorama, economistas y políticos advierten del riesgo de una espiral de inflación. Se apela a la moderación salarial y a evitar trasladar la inflación a la negociación colectiva. Pero los efectos de segunda ronda no son solo cosa de los salarios. Según una reciente encuesta del Banco de España, el 60% de las empresas prevé subir precios este año para repercutir el aumento de costes. Cuando el origen de la inflación llega de afuera (energía y suministros), se empobrece todo el país, y la responsabilidad de frenar la espiral es de unos pero también de otros.
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