Cine

El cartel de Macbeth

En algunos pósters hay un gesto asombroso de amor y respeto a las obras que representan. La búsqueda de ese tipo de impactos debería ser un movimiento activo y entusiasta para evitar que las películas pasen desapercibidas

Cartel de 'La tragedia de Macbeth'

Cartel de 'La tragedia de Macbeth'

Desirée de Fez

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Es necesario un mayor cuidado de los pósters con los que se presentan las películas. Puede parecer una tontería, pero no lo es. Y es algo que aún se hace más evidente cuando aparecen pósters tan increíbles como el de 'Licorice Pizza', de Paul Thomas Anderson, que se estrena en unas semanas, o los de 'La tragedia de Macbeth', que llega este viernes a Apple TV+. Uno de los pósters de la película de Joel Coen, el de la gota de sangre que recuerda al de 'Lancelot du Lac' (1974), de Robert Bresson, es una maravilla. Hay en esos pósters y, evidentemente, en otras excepciones un gesto asombroso de amor y respeto a las obras que representan. La búsqueda de ese tipo de impactos debería ser un movimiento activo y entusiasta para evitar que las películas pasen desapercibidas, sobre todo en un momento en el que los pósters dejan rápido de lucir en las marquesinas (si tienen la suerte de hacerlo) para pasar a ser un cromo más en el catálogo de una plataforma. Y eso, por desgracia, no siempre es así. Me refiero, por supuesto, a los pósters oficiales. El mundo 'fan art', que abraza desde propuestas amateur hasta obras imponentes realizadas por artistas y estudios, es fascinante. Pero, sin quitarles valor, esas interpretaciones pueden generar cierta confusión. Hace solo unos días, el estudio Creepy Duck Design explicaba en Twitter que el segundo póster de 'Black Phone' (lo nuevo de Scott Derrickson) que se había compartido en redes con entusiasmo no era el oficial, sino la propuesta de uno de sus artistas. No tengo ni idea de las estrategias de comunicación de las películas, pero me cuesta creer que los carteles perezosos e intercambiables que nos asaltan a diario inviten a alguien a ver algo: ¿funcionan los pósters con 83 actores, a menudo retocados hasta lo irreconocible, mirando a cámara? ¿Sigue siendo un hit lo de las letras amarillas en los carteles de comedia? Quizá sí, o quizá el póster ya ni siquiera sea una herramienta promocional útil. Pero no puedo evitar sentir que el desdén en el diseño de los carteles de algunas películas es una falta de respeto a las películas y a quienes las hacen.

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