SABÍA LO QUE HACÍA

Novak Djokovic, el Mesías negacionista

Melbourne (Australia), 11/01/2022.- Novak Djokovic of Serbia during a practice session ahead of the Australian Open, at Melbourne Park in Melbourne, Victoria, Australia, 11 January 2022. (Tenis, Abierto) EFE/EPA/KELLY DEFINA / POOL AUSTRALIA AND NEW ZEALAND OUT

Melbourne (Australia), 11/01/2022.- Novak Djokovic of Serbia during a practice session ahead of the Australian Open, at Melbourne Park in Melbourne, Victoria, Australia, 11 January 2022. (Tenis, Abierto) EFE/EPA/KELLY DEFINA / POOL AUSTRALIA AND NEW ZEALAND OUT / EFE/EPA/KELLY DEFINA

Emilio Pérez de Rozas

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Llego tarde a todas las reflexiones posibles. Lo sé. Las mejores plumas de este planeta han escrito ya sobre el ‘caso Djokovic’, así que haré el ridículo, pero déjenme que lo intente aunque sea el mismo día en que se juega un precioso (y ya verán) disputadísimo clásico. ¡Ojito!

Yo quiero hablar del personaje. Y no porque esté a favor de Rafa Nadal, sino porque el protagonista de esta historia, de este altercado, de esta controversia, de este escándalo es muy culpable, mucho, de todo lo que ha ocurrido por cómo es, el papel que juega, su personalidad, su ideología, su pensamiento, su familia, su entorno, sus ídolos y gurús.

Australia, el muro

Yo he estado en ese aeropuerto, en esa frontera y en ese control de pasaportes y visados. No es fácil entrar en Australia (no olvidemos que, en el siglo XVIII, fue una de las prisiones preferidas de los británicos) y menos tener todos los papeles en regla. Yo, siempre que he ido al GP de Phillip Island, ha sido gracias a mi amigo Alejandro Ceresuela y la ayuda de Dorna, la organización del Mundial de motociclismo, pues mi inutilidad para los trámites es total. Enorme. Pues no se trata, no, de responder simplemente sobre si llevas armas, drogas o estás loco, es mucho más complejo.

Pero yo no soy el millonario Novak Djokovic, ese es mi problema. Insisto, no nos engañemos y que ni el mejor tenista del mundo, ni su familia (curiosa), ni su país y/o gobierno nos tomen por tontos. Desde que se supo que el gobierno australiano y la organización del Open de Melbourne (bueno, estos de aquella manera, es decir, con la boca pequeña) exigían que todo el mundo estuviese vacunado para entrar en el país y en el club donde se juega, se supo que habría lío con Djokovic.

El juego de 'Nole'

Durante días, ¡semanas! y meses, Djokovic y todos los que le apoyan (los hay desde Vox hasta gurús y telepredicadores) jugaron a la ambigüedad: que si estoy vacunado, que si no, tal vez iré, tal vez no, puede que me dejen entrar, soy el nº 1 no se atreverán, ahora lo digo, ahora no…Todo muy lamentable. Repito: el personaje.

Para, luego, llegar a Melbourne y no tener los papeles en regla. Y, no solo eso, sino no decir la verdad. A Melbourne llegó el ‘Nole’ que había organizado (no lo olvidemos) aquel torneo ‘Adria Tour’ donde, en septiembre del 2020, se contagiaron todos sin medidas anticovid; el ‘Nole’ negacionista; el ‘Nole’ que rompe con la ATP y crea su propia asociación de tenistas (PTPA); el ‘Nole’ que se burla de la gimnasta estadounidense Simone Biles ("la presión es un privilegio", dijo en Tokio, "hay que lidiar con ella para estar en la cima"); el ‘Nole’ al que su familia considera "un héroe, un mito, un líder, un mártir, ¡Jesucristo!”.

Ese es el ‘Nole’ que pretende entrar en Australia y defender su título driblando a la ciencia, a la sensatez, a la solidaridad y a las leyes. No tenemos nada contra el Djokovic que Bozidar Maljkovic, presidente del Comité Olímpico de Serbia, considera "un chico que nace en una familia modesta, humilde, sacrificado, desprendido, generoso". No estamos hablando de ese Novak. Estamos hablando del ‘Nole’ que se cree por encima de todos. Y, sí, también de las leyes. El que se cree el Mesías.

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