La Tribuna

Hay jueces en Australia

Se ha acusado a los magistrados durante la pandemia de querer hacer de médicos siendo solamente juristas, cuando de lo que se ocupan es solamente de observar si se están restringiendo indebidamente nuestros derechos fundamentales

Manifestantes antivacunas expresan su apoyo a Djokovic frente a su hotel

Manifestantes antivacunas expresan su apoyo a Djokovic frente a su hotel / EFE / EPA /JOEL CARRETT

Jordi Nieva-Fenoll

Jordi Nieva-Fenoll

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Hay jueces en Australia. Eso debió pensar con alegría Novak Djokovic. Qué lástima que la leyenda que da título a este artículo esté inspirada en un desencuentro entre un humilde molinero prusiano y el rey Federico II. En aquel proceso, en pleno siglo XVIII habría ganado el molinero gracias a un juez. En este caso es al contrario. De entrada ha vencido el poderoso, es decir, el tenista y su inexpugnable burbuja de opulencia.

Habiendo ya pasado la enfermedad del covid-19, decidió no vacunarse. Djokovic había obtenido un visado temporal para acceder al país y jugar un torneo de tenis. El tenista llegó el 6 de enero de madrugada y las autoridades del aeropuerto le impidieron la entrada por no justificar estar vacunado. Siendo las 5:20 de la mañana, le concedieron un plazo de 3 horas (hasta las 8:30 a.m.) para presentar sus alegaciones.

Pero al parecer, dichas autoridades no tuvieron tanta paciencia y decidieron requerirle esas alegaciones menos de una hora más tarde, a las 6:14 a.m., tras lo cual las autoridades cancelaron el visado del tenista una hora y media más tarde, a las 7:42 a.m.. El propio ministro del Interior reconoció en el proceso judicial que este proceder había sido inadecuado, y por ello el tribunal, a través de uno de sus jueces, anula la cancelación del visado y pone a Djokovic de inmediato en libertad, estableciendo el plazo máximo de 30 minutos para hacer operativa la liberación.

Detrás de la resolución no hay que ver a un juez antivacunas que simpatiza con el tenista, pero tampoco un análisis profundísimo del tema, pese a que la audiencia duró varias horas. Al contrario, lo que podemos ver es un ejemplo de conducta leal del Ministerio para con los ciudadanos; reconoce que uno de sus órganos se comportó indebidamente al dejar incomprensiblemente sin tiempo para defenderse al ciudadano extranjero, y en consecuencia no pone obstáculos a su puesta en libertad, más allá de que recuerde expresamente que según las leyes australianas (Ley de inmigración de 1958), otro Ministerio, en este caso el de Inmigración, Ciudadanía, Servicios Migratorios y Asuntos Multiculturales, puede expulsar al jugador por el mismo motivo que ya le fue cancelado el visado, o bien por existencia de un interés público al efecto, lo que llevaría de nuevo a su revisión judicial. El margen de apreciación del ministerio es amplio, y lo que controlaría la justicia es que la decisión, dentro de ese margen, no es arbitraria.

Al margen de cómo concluya el tema, que probablemente, morbos aparte, no es tan importante, lo interesante es observar de nuevo a un juez en el ojo del huracán al hilo de esta pandemia. Se les ha acusado muchas veces de querer hacer de médicos siendo solamente juristas, cuando de lo que se ocupan es solamente de observar si se están restringiendo indebidamente nuestros derechos fundamentales, nada más. Un paciente, en su relación individual con el médico, puede decidir hacerle caso sin pedirle explicaciones o sin querer entender las que le da. Es su salud y la de nadie más. Pero cuando las decisiones de los médicos implican a toda la sociedad, esa fe es inaceptable y los médicos deben explicarse de manera que tanto los jueces como cualquier ciudadano les podamos entender. No otra cosa pide la Justicia. Y habrá veces, ciertamente, que por más que insista un médico en la medida, si no se quiere explicar, no se le podrá hacer caso. Ojalá hubiera concurrido más ese análisis judicial en esta pandemia de toques de queda, cierres perimetrales, confinamientos, horarios de salida a la calle, app radar-covid y mascarillas en exteriores y un sinfín de medidas inútiles que han afligido a la ciudadanía, desluciendo la eficacia y cumplimiento de las que indudablemente sí han servido.

Ahora es posible que los jueces deban pronunciarse sobre si es aceptable que un país ponga restricciones de entrada a extranjeros basadas en la vacunación. No son inéditas, pero un elemento a tener en cuenta será que las vacunas del covid de momento no son esterilizantes, es decir, que no impiden los contagios. Y si es así, la medida está más bien basada en la saludable promoción de la vacunación que en la prevención concreta del contagio. Todo ello hace que el tema sea más complejo de lo que parece. Habrá que esperar acontecimientos.

Suscríbete para seguir leyendo