El deporte de élite

Djokovic ‘askatuta’

Nada ejemplifica la prepotencia y la vulgaridad del turbocapitalismo global como este tipo de deportistas y las estructuras que los sostienen

Belgrade (Serbia), 09/01/2022.- Serbian tennis player Novak Djokovic'Äôs father Srdjan Djokovic (R) addresses the demonstrators during a protest of support in Belgrade, Serbia, 09 January 2022. Tennis world number one Novak Djokovic, currently staying at a hotel-turned-detention-center in Melbourne, is fighting his visa cancellation and pending deportation in a Federal Court challenge after his visa was revoked upon landing in Australia. (Tenis, Protestas, Belgrado) EFE/EPA/ANDREJ CUKIC

Belgrade (Serbia), 09/01/2022.- Serbian tennis player Novak Djokovic'Äôs father Srdjan Djokovic (R) addresses the demonstrators during a protest of support in Belgrade, Serbia, 09 January 2022. Tennis world number one Novak Djokovic, currently staying at a hotel-turned-detention-center in Melbourne, is fighting his visa cancellation and pending deportation in a Federal Court challenge after his visa was revoked upon landing in Australia. (Tenis, Protestas, Belgrado) EFE/EPA/ANDREJ CUKIC / EFE/EPA/ANDREJ CUKIC

Mar Calpena

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El deporte siempre tiene bula. Bueno, maticemos: el deporte mayoritario, profesional y masculino siempre tiene bula. El último ejemplo de esto es el 'caso Djokovic': o bien el tenista mintió a las autoridades australianas sobre su positivo por covid el pasado mes de diciembre, o bien se paseó por un montón de eventos deportivos sabiéndose infectado y sin máscara.

La Supercopa de España, por su parte, se va a celebrar en Arabia Saudí, un disparate no ya operativo, al alejar a casi 5.000 kilómetros a los aficionados de los estadios, sino en términos de derechos humanos, al legitimar un régimen que tiene un historial deplorable en el asunto, igual que ocurre con la que va a ser la sede del próximo Mundial de Fútbol, Qatar. Una preocupación que el rally Dakar tampoco parece tener haber tenido nunca en su lista de prioridades. Y lo que ocurre estructuralmente se da también en los individuos: el otro día Gerard Piqué alardeaba enseñando una captura de pantalla de su nómina (casi dos millones y medio de euros semestralmente, ¡acérquenme el frasco de las sales!) sin un atisbo de introspección o ridículo. Al deporte de élite se le perdona todo; con vestir a los jugadores de rey mago en alguna cabalgata y repetir a menudo la cantinela de los valores y el “fair play” (aunque en los campos, los sueldos y las federaciones quede tantísimo machismo y homofobia) todos contentos, porque se generan derechos televisivos y se venden zapatillas.

No es algo nuevo, ni el resto de actividades humanas están exentas de contradicciones, pero sí que sorprende que ni siquiera se amague con dar un lavado de cara a tanta grosería. Nada ejemplifica la prepotencia y la vulgaridad del turbocapitalismo global como este tipo de deportistas y las estructuras que los sostienen, torres de marfil alejadas de la pobreza, la injusticia o la enfermedad en las que viven espectadores y deportistas de base. Qué diferencia con un Mohamed Alí o una Simone Biles: ser una estrella se parece mucho más a esto.

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