Un puñal en la garganta de la democracia

El mismo 6 de enero, al cabo de un año, veo el documental que ha producido la plataforma HBO para explicar qué pasó en Washington. Recuerdo que, al ver las imágenes en directo, me pareció que asistía a la mezcla de un filme de acción y de un esperpento. Costaba digerir que aquello fuera real, de tan estrambótico e inusual como era. En la placidez de una tarde del día de Reyes, la cosa casi parecía una parodia.

Un año después, estas ‘Cuatro horas en el Capitolio’ me confirman lo que poco después pudimos intuir. Que fue un intento de golpe de Estado atizado por Trump, que hubo mucha violencia (explícita o grandilocuente) y que el episodio pudo acabar con una tragedia colosal. La irrupción de las primeras fuerzas de choque (los fascistas Proud Boys) cuando Trump aún arengaba a las masas, las caras de horror de los policías indefensos, los gritos nacionalistas exaltados, esa escena terrorífica en un túnel de acceso... Y, sobre todo, el momento en que aquel que iba disfrazado de indio escucha el mensaje del presidente en el que dice que todos son muy buena gente y que vuelvan a casa y que mañana será otro día. "Un puñal en la garganta de la democracia", como ha declarado Joe Biden. Que todavía está ahí.

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