Optimismo

El año de la remontada

El pensamiento crítico resulta indispensable, aunque no tiene por qué convertirte en un agonías

Llega el 2022 en la plaza Catalunya

Llega el 2022 en la plaza Catalunya / Manu Mitru

Carles Francino

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No me pienso bajar del burro. Voy a seguir siendo optimista. Y por eso estoy convencido de que 2022 podemos bautizarlo -provisionalmente- como el año de la remontada. No pretendo convencer a nadie, es que lo siento así. Y además tengo argumentos. ¿Cómo está la salud del mundo? Jodida, por la pandemia, y más aún por las diferencias de siempre; lo del reparto de vacunas no tiene nombre ¿Existe el peligro de alguna guerra entre grandes potencias? Bueno, guerras ya las hay, sólo falta empezar a pegar tiros; y no, no es descartable. Como tampoco es remota la posibilidad de un enfrentamiento civil en Estados Unidos. ¿Nos tomaremos en serio, de verdad, la lucha contra el cambio climático? No lo creo, visto lo visto. ¿El ambiente político en España? Irrespirable; y tiene pinta de rolar a insoportable. ¿La economía? Depende; porque los grandes números remontan, pero las pequeñas realidades de muchas familias continúan siendo lamentables. ¿La precariedad? Resistiendo. ¿La desigualdad? También. ¿El machismo? Enquistado; y con el turbo de la ultraderecha, más ufano que nunca. ¿La posibilidad de reconciliación en Catalunya? Ahora mismo, utópica; si encima la Casa Blanca felicita las navidades a la presidenta del Parlament -o ella finge que es así- pues más difícil todavía; para mí lo de Laura Borràs ha sido el mejor gag de las fiestas.

¿Y el Barça? Que Dios nos conserve la fe porque la razón la perdimos hace tiempo. Podría seguir con la lista, pero tampoco es necesario. Tenemos un montón de problemas por resolver, causas que defender y personas a las que querer. Y que nos quieran. Esa es mi alternativa. La vida incluye dolor, sufrimiento, tristeza, miedo, indignación…pero nada de eso te obliga a ser un cenizo. El pensamiento crítico resulta indispensable, aunque no tiene por qué convertirte en un agonías. E instalarse en el berrinche permanente no resuelve nada, solo te da más puntos como candidato al infarto. Resumiendo: ya sé que el pesimismo tiene mejor cartel, pero la alegría y la confianza me parecen mejores combustibles para vivir. ¡Viva 2022!. 

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