Vulnerabilidades futuras

Minerales críticos y seguridad energética

Un sistema electrificado y con un gran protagonismo de las renovables seguirá teniendo preocupaciones sobre sobre la volatilidad de los precios y la seguridad del suministro

Extremadura: continúa la ‘guerra del litio’ por la mina para baterías

Extremadura: continúa la ‘guerra del litio’ por la mina para baterías

Mariano Marzo

Mariano Marzo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los minerales críticos son aquellos que resultan vitales para la economía y el desarrollo de un país, pero cuyo suministro puede estar en riesgo debido a escasez geológica, cuestiones geopolíticas, decisiones comerciales u otros factores. Al respecto, y para el caso de la transición energética, cabe hacer las siguientes consideraciones.

 Un sistema energético basado en las denominadas tecnologías 'limpias' difiere profundamente del actual, básicamente alimentado por carbón, petróleo y gas natural que, en 2019, representaron el 80,9% del total de la energía primaria consumida en el mundo. Una de las principales diferencias es que las instalaciones solares fotovoltaicas y eólicas generadoras de electricidad, o los vehículos eléctricos, requieren más recursos minerales que sus equivalentes alimentados por combustibles fósiles. Así, de media, un coche eléctrico multiplica por seis las materias primas minerales utilizadas por un automóvil convencional y una planta eólica requiere nueve veces más minerales que una central de ciclo combinado de gas natural. Por ello, desde 2010, a medida que el porcentaje de renovables en el mix energético global ha ido aumentando, la cantidad promedio de minerales necesarios por unidad de capacidad de generación ha aumentado en un 50%.

Los tipos de recursos minerales utilizados varían según la tecnología. Litio, níquel, cobalto, manganeso y grafito son cruciales para el rendimiento, longevidad y densidad energética de las baterías. Los elementos de las tierras raras son esenciales para los imanes permanentes que resultan vitales para las turbinas eólicas y los motores de los vehículos eléctricos. Las redes eléctricas necesitan una gran cantidad de cobre y aluminio, siendo el primero de estos dos elementos una piedra angular para todas las tecnologías relacionadas con la electricidad.

El cambio a un sistema energético más limpio requerirá, por tanto, un gran aumento en la demanda de estos minerales: dependiendo del escenario que se considere, en 2040 y a escala global, esta podría multiplicarse entre cuatro a seis veces respecto a la actual, de forma que el sector energético se configuraría como una importante fuerza impulsora de los mercados de minerales. Hasta mediados de la década de 2010, dicho sector solo representó una pequeña parte de la demanda total de la mayoría de los minerales. Sin embargo, a medida que la transición energética se acelera, las tecnologías 'limpias' se están convirtiendo en el segmento de la demanda que experimenta un crecimiento más rápido. En un escenario que cumpla con los objetivos del Acuerdo de París, la participación de dichas tecnologías en la demanda total de minerales aumenta significativamente en las próximas dos décadas: más del 40% para el cobre y los elementos de las tierras raras, 60-70% para el níquel y cobalto, y casi 90% para el litio. Los vehículos eléctricos y el almacenamiento de electricidad en baterías ya han desplazado a la electrónica de consumo para convertirse en las principales tecnologías consumidoras de litio, mientras que las proyecciones apuntan a que en 2040 también desplazarán al acero inoxidable como el mayor usuario final de níquel.

Al mismo tiempo que los países aceleran sus esfuerzos para mitigar el cambio climático y mejorar la calidad del aire en sus ciudades, también deben asegurarse de que sus sistemas energéticos permanecen resilientes y seguros. Sin embargo, los actuales mecanismos internacionales de seguridad energética están diseñados para ofrecer una respuesta rápida frente a posibles interrupciones en el suministro o a subidas puntuales de los precios del petróleo y del gas. En este sentido, los minerales presentan un conjunto de desafíos diferente y muy específico, de modo que los responsables de las políticas energéticas deben ampliar sus horizontes de análisis y actuación, considerando las nuevas vulnerabilidades asociadas a la creciente importancia del suministro de minerales para la descarbonización del sistema energético.

 Sería ingenuo pensar que en un sistema electrificado y con un gran protagonismo de las renovables las preocupaciones sobre la volatilidad de los precios y la seguridad del suministro van a desaparecer. 

Suscríbete para seguir leyendo