Hemos adoptado a Valtònyc
Un día llamó a la puerta de Waterloo un gigantón de polo apretado, asegurando, jujuju, que le reclamaba la justicia por las letras de sus canciones, y ahí se instaló
Albert Soler
Periodista
Valtònyc es ese personaje orangutanado que, a saber por qué razón, el ‘lacismo’ ha tomado como un símbolo, como si fuera un nuevo Copito de Nieve y con similares ideas políticas que este. Siempre con sus polos ajustados, recuerda a un muñeco Geyperman, y parece poseer sus mismas entendederas. Es de los que ríen jujuju en lugar de jajaja, para dejar claro de entrada su nivel intelectual.
–Puta España, jujuju.
Que se sepa, no fue nunca independentista. Por no ser, ni siquiera es catalán. Claro que tampoco es que el ‘lacismo’ ande sobrado de referentes, y entre adoptar al rapero grandullón o al mosso “por la republiqueta” que se pasea hablándole a un palo de selfi, mejor el rapero, aunque tenga dificultades para rimar dos participios. Aun así, ese chaval desconocido que no tenía donde caerse muerto ha conseguido colarse en la corte de Waterloo. Uno creía que esta se había inventado para que vivieran a cuerpo de rey, a costa de sus crédulos, solamente el Vivales y sus cortesanos, que no son pocos. Pero hete aquí que un día llamó a la puerta un gigantón de polo apretado, asegurando, jujuju, que le reclamaba la justicia por las letras de sus canciones, y ahí se instaló. Tal vez no entendimos la función de la Casa de la Republiqueta, y en realidad es un asilo donde puede refugiarse todo aquel perseguido por el delito que sea, desde el Vivales hasta Valtònyc, pasando por el Dioni y Luis Roldán.
Los ‘lacistas’ se regocijan si Bélgica rechaza una extradición por motivos ajenos al 'lacismo', así de apurados están. Valtònyc no es más que un chico que, queriendo triunfar en la música pero sin talento alguno, se dedicó a decir memeces, lo cual también es un refugio, en este caso de quien no afina. Debe ser a causa del contraste. Siempre ha sido enternecedor ver a un gigantón hablando y discurriendo como un niño tres años, eso es así desde los inicios de la comedia. Valtònyc es como el personaje de Paco Rabal en Los Santos Inocentes, un niño grandote que apenas balbucea, jujuju, no será extraño verlo por Waterloo persiguiendo un grajo al grito de “milana bonita”. Los ‘lacistas’ lo han adoptado, no como a un hijo, sino como a una mascota. A veces hace como que canta, pero también canta un jilguero y no deja de ser una mascota, a pesar de que afina bastante más.
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