Análisis

Horizonte Europa

Se requieren transformaciones profundas si queremos que siga siendo un espacio de bienestar común y de defensa de derechos y valores universales

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. / PASCAL ROSSIGNOL

Rafael Vilasanjuan

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Año nuevo, ¿vida nueva? Mientras esperamos que con la nueva ola y las vacunas el virus languidezca hasta intuir el final, de la misma manera que Europa ha puesto todos los mecanismos a su alcance para combatirlo juntos, abrir un nuevo horizonte en el proyecto común requiere afrontar otros retos para no quedarse atrás.

Fortalecer todos los mecanismos de prevención y alerta nos va a llevar algunas transformaciones profundas, si queremos que Europa siga siendo un espacio de bienestar común y de defensa de derechos y valores universales. La primera es, sin duda, la crisis inminente del cambio climático. La voz de los científicos es tan crítica como nítida: llegamos muy tarde para frenarlo, pero podemos todavía combatirlo y evitar el desastre.

Nuestros modelos de producción y consumo son dañinos. Los cambios necesarios no son fáciles, pero no hay alternativa. Los fondos Next Generation, el pilar financiero de la Unión Europea para los próximos años ya destina casi un tercio de los recursos a promover la transición verde. Junto con la transformación digital, el otro gran reto de nuestro modelo productivo, el cambio que viene tiene la envergadura de lo que fue la revolución industrial. Hacen falta políticas laborales y fiscales para no dejar a nadie atrás. Al tiempo tendrá que venir gente de fuera, por lo que se debe trabajar en un marco de inmigración, más allá de la demagogia criminal hacia los más vulnerables, que dé sentido a la integración y el progreso. 

El actual clima de polarización no ayuda. Los populismos amenazan el espacio común y aprovechan todos los retos anteriores, desde la pandemia a la inmigración, para alimentar un mensaje apocalíptico. Hay nuevos movimientos radicales a izquierda y derecha, sin embargo es la ultraderecha y los movimientos ultranacionalistas los que avanzan más y plantean una amenaza real, paralela a la que ocurre en Estados Unidos. No hay soluciones nacionales para todos estos retos. Europa es el camino, hoy por hoy el único horizonte posible

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