El pulso de la ciudad
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Paradójico barómetro de Barcelona

Colau y su gestión movilizan a su electorado pero no convencen al resto, mientras la oposición tiene dificultades para construir una alternativa sólida

Ada Colau durante una rueda de prensa

Ada Colau durante una rueda de prensa / Quique García/EFE

Afirmar que el barómetro municipal de Barcelona que ayer se hizo público es paradójico casi suena a eufemismo, vistos las conclusiones, a menudo contradictorias, que pueden extraerse de sus datos. Por un lado, Barcelona en Comú, el partido de la alcaldesa, Ada Colau, ganaría las elecciones con una distancia no vista en Barcelona desde el año 2006: cuatro puntos en intención de voto por encima de ERC. Pero, por otro lado, Colau suspende en valoración de la ciudadanía con un 4,2 (la peor desde que entró en el consistorio) y cae al quinto puesto de los líderes políticos de la ciudad, superada por Ernest Maragall, Jaume Collboni, Eva Parera y Elsa Artadi.

Pero el dato que más llama la atención es el de la valoración del gobierno municipal. El 49,4% de los entrevistados considera mala o muy mala la gestión de la ciudad, la peor nota de un gobierno municipal desde 2004, año en el que se empezaron a realizar barómetros municipales. Para ayudar a contextualizar el dato, valga la comparación con las peores valoraciones de los antecesores de Colau: Joan Clos tuvo un 41,1%, Jordi Hereu un 45,4% y Xavier Trias un 32,1%. Así, pues, el partido de Colau ganaría las elecciones con una ventaja inaudita en lustros al mismo tiempo que la valoración de la alcaldesa y del gobierno municipal alcanza mínimo también nunca vistos. 

El barómetro es un reflejo de la atmósfera polarizada en la que se encuentra la ciudad en la recta final del segundo mandato de Colau. Ni los más acérrimos detractores de la alcaldesa niegan que Barcelona en Comú tiene un proyecto para la ciudad, y eso es lo que se ve premiado en el barómetro. Ahora bien, ese plan dista de ser un proyecto de ciudad, como muestran las malas notas de la alcaldesa, de la gestión del gobierno municipal y también el porcentaje de indecisos de la muestra, un 34%, una cifra que también es un récord de este mandato.

No se le puede negar, pues, a Barcelona en Comú la capacidad de movilización de su electorado, de ahí su buena perspectiva en intención de voto. Ahora bien, no puede negarse tampoco la existencia de malestar ciudadano. En este sentido, el barómetro indica la dificultad por parte de la oposición de construir una alternativa sólida. Ni Colau ni su gestión convencen, pero ni sus socios de gobierno ni la oposición que encabeza ERC logran capitalizar este malestar de una parte importante de la ciudadanía con la gestión de la alcaldesa y de su equipo. En este sentido, el barómetro deja elementos para la reflexión tanto para el equipo de gobierno como para el restos de partidos que forman el consistorio. Demasiado a menudo, la pura pugna partidista eclipsa las necesidades de la ciudad y de sus ciudadanos.

En este sentido, el barómetro marca preocupaciones ciudadanas que a este equipo municipal le cuesta asumir como reales y no como una invención de la oposición: la inseguridad y la falta de limpieza de la ciudad. Este último aspecto llega hasta el 11,8%, el valor más alto desde que Colau encabeza el gobierno municipal. Es en estos hechos tangibles, y no en los datos más puramente electorales, donde se aprecia la percepción por parte de la ciudadanía de la gestión municipal. Gobernar para todos tiene costes y réditos en las encuestas, de la misma forma que gobernar para los propios  y movilizar el electorado también suelen dar unos reflejos determinados en los sondeos. Pero para ganar elecciones, el único sondeo que cuenta, lo que mejor suele funcionar es tener un proyecto de ciudad y no solo de partido.