Optimismo de lector
El aumento de la lectura durante la pandemia ha venido acompañado de nuevas librerías y más editoriales de cariz independiente
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Jordi Puntí
Ahora que los resúmenes de última hora nos recuerdan sobre todo las desgracias que nos ha dejado 2021 —un año que parece repetido de 2020— y, además, vemos cómo crece imparable otra ola de covid, estaría bien darle el contrapunto de una buena noticia. Según datos del Gremi d’Editors de Catalunya, este año la venta de libros ha aumentado un 15 por ciento, con unas cifras que son las mejores de la última década. Las encuestas también indican que ha crecido el tiempo dedicado a la lectura, y un análisis fácil deberá vincular este interés con la pandemia, con las horas pasadas de puertas adentro e incluso con la necesidad de no sentirse solos. Pero no es suficiente. El aumento continuado de ventas y lectura debe ser también la consecuencia de una red de motivaciones que va creciendo poco a poco.
Una de ellas, por ejemplo, es la apertura de nuevas librerías en la pandemia. En Barcelona, mientras Laie y Altair celebraron los 40 años y La Central, 25, la ciudad veía cómo se abrían grandes espacios como la nueva Ona, la Byron o Finestres, al tiempo que surgía una descentralización hacia los barrios, con librerías como Fahrenheit 451 en la Barceloneta, La Insòlita en Poblenou o La Caníbal en la Sagrada Familia, que se añaden al trato personal que desde hace unos años dan lugares como La Carbonera, Calders, Nollegiu, Obaga, Atzavara o La Impossible , entre otras muchas. Asimismo, esta descentralización se ha esparcido por toda Catalunya, desde la Mitja Mosca de Badalona a La Irreal de Tortosa, La Fatal de Lleida, la nueva Vitel·la de Palafrugell, y contando además la iniciativa de convertir Calonge en un pueblo-librería.
Más librerías, pues, que se acompañan de más editoriales de cariz independiente, algo que obliga a los libreros a seleccionar mejor lo que proponen a sus clientes. Así, solo en catalán, estos últimos meses han surgido proyectos editoriales como Cal Carré, Edicions del Cràter, Les Nits Blanques, Mai Més, Extinció, Vibop, Pasta de Dibuix y, pronto, La Segona Perifèria, además del relanzamiento de La Magrana o Barcino y la Bernat Metge. Explorar sus catálogos de novedades permite hacerse una idea de la variedad editorial, de la ciencia ficción a los clásicos, el ensayo, el cómic, la literatura nórdica o la poética del vino. Todos ellos añaden más leña a las actividades esenciales para entender que crezca el número de lectores, y que a menudo son la cara pública del acto privado de leer. Así, con la continuidad de los clubs de lectura en bibliotecas y librerías, y con la constancia de festivales literarios como el BCNegra, el Saló del Manga, el 42 de Gèneres Fantástics, el Kosmopolis o la feria de ideas Literal, el incremento de lectores puede ser más sostenido.
Un apunte final, todavía. La pandemia ha aumentado los índices de ventas y de la lectura, pero también ha crecido el fenómeno de las series en plataformas digitales. Puede parecer un contrasentido, pero quizás ambas respondan a la necesidad de un punto de fuga: leer, escuchar, ver historias que nos distraigan de la realidad.
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