APUNTE

No toquen tanto el fútbol

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino.

El presidente de la FIFA, Gianni Infantino. / Sebastian Gollnow/dpa

Albert Guasch

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Al aficionado del fútbol no le gustan los cambios. Las reglas, las de siempre y si hay que modificar algo, que sean matices. Los torneos, de formato reconocible, por favor. Conservador como es, este año que acaba se ha visto sacudido con innovaciones incómodas. Olvidémonos del VAR, en esencia ya digerido como instrumento, pese a que aún desafina como un perro al que le acaban de pisar una pata.

Hagamos recuento: ha irrumpido con cierta fuerza en nuestras vidas de telespectador la Nations League. Ha asomado la cabeza, entre enorme escandalera, la Superliga cerrada que ahora se halla en proceso de reformularse para parecer menos elitista. La UEFA ha anunciado una Champions a partir del 2024 tan extraña que cuesta de entender más que el críquet.

Lo peor, al menos para quien esto firma, aún se está acabando de amarrar pese a que parecía que su aprobación estaba más que lubricada. Se trata del Mundial cada dos años que la FIFA ha concebido para, qué sorpresa, ingresar más dinero (4.400 millones, según sus cálculos ). De los autores de otorgar desvergonzadamente un Mundial a Qatar llega ahora el plan de exprimir más a los futbolistas y a sus clubs.

Carácter excepcional

La FIFA, envidiosa de la UEFA, lleva años maquinando la manera de ampliar las fuentes de su recaudación. Solo puede pasar el sombrero cada cuatro años con la Copa del Mundo, más lo que da de sí el pobre Mundial de Clubs, también en vías de tunearse. Gianni Infantino se ha asegurado el apoyo de un sinfín de federaciones pequeñas para tirar adelante su idea pero tiene la fuerte oposición de la UEFA, la Conmebol, los clubs y los sindicatos de futbolistas. 

Parece sensato que los aficionados se rebelen también. Los Mundiales sirven de medida de nuestra memoria, es fábrica de recuerdos y de una abarcable mitología de 90 años, toca en lo personal, enlaza la infancia y la vida adulta, y todo ello en buena parte por el carácter excepcional de disputarse cada cuatro años. 

Imploremos: no toquen tan impúdicamente el fútbol, no vayamos a perderle las ganas.

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