Debate público

Cuando el partidismo gana perdemos todos

La revolución del respeto, sobre todo, tiene que estar basada en la defensa de los derechos y las libertades del individuo para desenvolverse en el marco social con dignidad y tolerancia

Pablo Casado en el Congreso regional del PP de Aragón

Pablo Casado en el Congreso regional del PP de Aragón / EFE/Javier Cebollada

Luz Martínez Seijo

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Posiblemente, la mayoría de la ciudadanía piense que nunca antes había estado tan polarizada la situación política en España y no es para menos. Cada día nos enfrentamos a una nueva bronca política, a la demagogia, a desacuerdos en vez de acuerdos, a un lenguaje hiperbólico y faltón, …pero por mucho ruido que haya, debe ganar la política destinada a la ciudadanía.

Recientemente escribía Núñez Feijóo, presidente de la Xunta en Galicia: “España está esperando al Partido Popular, a un partido que es sinónimo de libertad, de crecimiento y de defensa de nuestras instituciones". Un par de frases que no casan con la imagen que ese PP está trasladando a la ciudadanía. O Galicia queda muy lejos de Madrid o las gafas que utiliza hacen que deforme enormemente la realidad que los demás vemos.

Ni el PP es sinónimo de libertad, sino de restricciones para casi todo en la vida. Ni España espera al PP, sino que más bien le da miedo (más aun por su sintonía con Vox). Ni el PP es un partido que defienda las instituciones, más bien todo lo contrario, como demuestra con su bloqueo a la renovación de los miembros del Consejo General del Poder Judicial o con sus múltiples tramas de corrupción institucional.

Este ejemplo sirve para ilustrar que la imagen que se proyecta políticamente es eso, pura imagen, utilización de diversos eslogans para atraer votantes; partidismo, pero no política. 

La derecha se apasiona 'últimamente' por la libertad, cuando lo que verdaderamente reclama es la garantía de mantener privilegios; hablan de crecimiento cuando realmente su crecimiento implica 'crecer unos pocos y perder la gran mayoría', y dicen hacer defensa de las instituciones, pero no lo practican cuando están en la oposición y lo limitan solo a cuando gobiernan, tal y como ha sucedido con la renovación estancada durante años de órganos constitucionales. 

¡Qué decir de los numerosos intentos de Pablo Casado, instalado en intentar boicotear a España! Obstaculiza que los fondos europeos lleguen a España, cuestiona nuestro funcionamiento democrático, o pretende tumbar el nuevo marco de relaciones laborales que el Gobierno pacta con los agentes sociales.

Sin embargo, una política centrada en el respeto es la que apuesta por la modernización de la economía y de la sociedad, evitando que surjan brechas nuevas o se perpetúen las de siempre. Se trata de aprobar las asignaturas pendientes, como la ecológica y la digital, combatiendo a la vez las brechas existentes entre privilegiados y marginados, entre hombres y mujeres, entre mayores y jóvenes, entre ciudades y mundo rural. Pero la revolución del respeto, sobre todo, tiene que estar basada en la defensa de los derechos y las libertades del individuo para desenvolverse en el marco social con dignidad y tolerancia. El respeto es un derecho y también una obligación ciudadana.

Todo esto es lo que cabe esperar de un proyecto político para el futuro, no boicots, o bronca. Porque hacer política basada simplemente en la contra y en el partidismo no agranda a España, sino que empequeñece la dimensión y la grandeza de la política, hecha para transformar y mejorar nuestra sociedad.

´La falta de respeto aparece cuando se apuesta por perfilar políticas que para algunos son contradictorias y se rechazan de plano. Ahí aparece la agresividad latente. La falta de respeto aparece cuando se rechaza la realidad tradicional que provoca la brecha social y política.

Los conservadores luchan con uñas y dientes para defender su modelo. Y piensan que les pertenece, no aceptan los cambios ni las diferencias, no aceptan que otros gobiernen. Es entonces cuando hablan de defender sus libertades, que no son más que los cambios que la democracia trae consigo y que no acaban de aceptar. Consideran que el marco social no puede vulnerarse y solo consienten mínimos cambios de maquillaje, porque su defensa es una defensa a ultranza de los pilares de su modelo social y de vida, el suyo, no el de la mayoría.

 No, no hay un problema en España de libertades, todo lo contrario, las libertades individuales y los derechos aumentan significativamente cuando gobierna la izquierda. El ruido mediático y político, repetir una mentira mil veces o deformar el uso de determinadas palabras sí hacen daño a los pilares de nuestra democracia. Por eso es tan importante reafirmarnos en lo que pensamos y hacemos como decía Machado: “Andemos de una vez por todas sin muletas y acabemos con esa España inferior que ora y embiste, cuando se digna a usar la cabeza”. 

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