Medidas urgentes

Ómicron: se acabó el tiempo de prórroga

Una tercera dosis a los grupos más vulnerables puede disminuir el número de casos graves, pero la capacidad de propagación de ómicron es mucho más rápida que la capacidad de distribuirlas

Sanidad confirma un primer caso de Ómicron en Canarias

Sanidad confirma un primer caso de Ómicron en Canarias

Jordi Casabona

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Precalentamiento. En 1992 con el añorado Jorge Wagensberg organizamos en CosmoCaixa el seminario 'Las epidemias del siglo XXI' en el que David Heymann, uno de los expertos más reconocidos en enfermedades emergentes, alertó de la plausibilidad de pandemias por virus respiratorios; respectivamente en 2003 y 2012 se produjeron brotes por los coronavirus SARS y MERS, respectivamente, que afectaron a unos pocos miles de personas en unos 30 países, pero con tasas de letalidad por encima del 15% . Cosas de países con pocos recursos, pensábamos.

El partido. A finales de 2019 se detectaron los primeros casos de SARS-CoV-2 en Wuhan, China y dos años más tarde ya han muerto más de 5 millones de personas por covid-19, 88.000 de ellas en España.

Tiempo de prórroga. Pasada la primera ola, la mayoría de Estados –unos mejor que otros– reaccionaron y las medidas de prevención y la preparación de los sistema sanitario, mitigaron el impacto de las siguientes. A finales de 2020 tuvimos una buena notica: teníamos vacunas y funcionaban previniendo los casos graves. A los dos años de la pandemia, al menos en Occidente, teníamos la sensación que poco a poco las cosas se estaban controlando. Pero en noviembre de 2021, meritoria y precozmente se detecta en Suráfrica una nueva variante, la ómicron. Se ha acabado el tiempo de prórroga. 

Penaltis. El virus ha aprendido y acumula una serie de mutaciones que lo hacen mucho más transmisible, probablemente conservando la patogenicidad y escapándose parcialmente de la inmunidad natural o adquirida por vacunación. En menos de dos meses ya está presente en 37 estados y su velocidad de propagación lo convertirán en la variante dominante en pocas semanas. 

La situación es grave porque ómicron llega a caballo de la sexta ola de delta. En Europa los datos empíricos de Gran Bretaña y todos los modelos confirman que los servicios sanitarios y UCI se pueden colapsar durante los próximos dos meses, pues aunque un alto porcentaje de la población está parcialmente protegida por las vacunas, la magnitud de nuevas infecciones mantendrá el número de casos que requieren hospitalización muy elevado.

Naturaleza contra tecnología. Mutaciones virales contra vacunas. Una tercera dosis a los grupos más vulnerables puede disminuir el número de casos graves, pero la capacidad de propagación de la variante ómicron es mucho más rápida que la capacidad de distribuirlas. Una vez más, tenemos que basarnos en las medidas clásicas de salud pública. Los SARS-CoV-2 no acabarán con la humanidad. Encontraremos vacunas y tratamientos antivirales más efectivos, todos nos habremos expuesto al virus y es de esperar que este tienda a ser menos patógeno. No entiendo de fútbol y no sé cuántos penaltis se chutan en los desempates, pero el partido puede ser largo.

Tenemos dos emergencias ineludibles. Una, responsabilidad local, la de disminuir al máximo la velocidad de propagación de ómicron ahora, limitando aforos y eventualmente movilidad. En España nos cuesta reaccionar rápido, con un sistema económico basado en el ocio y el turismo, unas estructuras de salud pública débiles, una maraña jurídica que dificulta la implementación de determinadas medidas y algunos partidos que de forma execrable manipulan, también, la pandemia. De postre llega la Navidad, cuando todo el mundo se mueve, gasta y queda más. Difícil pero necesario, hace falta de forma urgente y drástica poner medidas que limiten la exposición. 

La segunda, global. El SARS-CoV-2 puede dar más sorpresas y en todo caso constata que en el futuro pueden ocurrir otras pandemias incluso más graves. Es absurdo que los países y las poblaciones más vulnerables no hayan logrado coberturas vacunales mínimamente aceptables. No solo hace aumentar las desigualdades, sino que facilita la creación de variantes y su propagación. Es urgente, tal y como se hizo con el sida en 2002 creando el Fondo Global, encontrar soluciones políticas y económicas que permitan el acceso en las vacunas y tratamientos disponibles a escala global.

¿Tendremos la visión y el coraje para hacerlo porque la derrota no sea por goleada? Al final estamos hablando de vidas. Salvar la Navidad puede implicar que muchas la pierdan después. 

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