Salud

Menstruarás con dolor

De nuevo, el puritanismo interponiéndose entre nosotras y nuestro bienestar. ¿Cómo puede ser escandaloso conocer el propio cuerpo?

Una mujer compra productos para la menstruación en un supermercado de Barcelona

Una mujer compra productos para la menstruación en un supermercado de Barcelona / periodico

Maria Rovira

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De pequeña, la última cosa que quería en este mundo era que me viniera la regla. Qué pereza, qué asco, qué vergüenza, qué incomodidad. Finalmente me vino a los 15, por suerte, cuando ya me había relajado un poco con el tema. Aparte de la vergüenza que comporta menstruar en una sociedad donde es tabú, no sentía ningún dolor. Y pensaba que las chicas que se quejaban eran unas exageradas, que estaban poniendo excusas. Con los años, sin embargo, han ido apareciendo. Y no son graves, pero son molestos. Vivo en unos de los lugares más privilegiados del mundo para tener la regla y aun así continúa siendo un inconveniente, porque implica bajar el ritmo o directamente parar. Las reglas más plácidas de nuestras vidas fueron durante la pandemia, confinada en casa.

Desde hace un tiempo surgen voces que insisten: os venden que sí, pero la menstruación no tendría que hacer daño. Y las soluciones para regular reglas atípicas suelen ser píldoras anticonceptivas, que recetan con una alegría preocupante. Como si fueran caramelitos para la tos. Lacasitos con una biblia de efectos secundarios. A una amiga que tenía reglas muy dolorosas fue la única solución que le propusieron: empastíllate. ¿No quieres? Pues hasta aquí llega la medicina occidental, marchaos tú y tu dolor. Ella se puso en manos de una osteópata y dice que le ha cambiado la vida. ¿Por qué llegamos a estos conocimientos de manera casual, cuando hablamos las unas con las otras? ¿No es un problema de salud pública?

La menstruación no tendría que hacer daño pero la endometriosis lo hace, sobre todo si tarda en diagnosticarse entre 8 y 10 años, como pasa actualmente. Afecta a 1 de cada 10 mujeres. No tiene cura, sino que se deja de manifestar cuando llega la menopausia. Y si la endometriosis, que provoca un dolor clamorosamente incapacitante, recibe una atención insuficiente, el dolor menstrual es una bagatela de la que se quejan las débiles.

Incluso las vivencias de reglas aparentemente normales son indeseables: tú ve tomando antiinflamatorios por sistema. Y evidentemente ve gastando compresas y tampones, que son ideales para ti, para tu flora vaginal, para tu economía y para el planeta: una sola chica de 14 años que utilice solo compresas a lo largo de su vida generará 310.800 kilos de residuos. Una sola. Si multiplicamos, el resultado es una pesadilla insostenible.

Una amiga, profesora de instituto, explicó en una tutoría sobre la menstruación a un grupo de chicas de tercero de ESO remedios que aliviaban el dolor, y uno era masturbarse. Una persona del centro la escuchó y fue a quejarse a dirección. De nuevo, el puritanismo interponiéndose entre nosotras y nuestro bienestar. ¿Cómo puede ser escandaloso conocer el propio cuerpo? ¿Preferimos que las chicas no lo sepan nunca? ¿Es esto?

A mí me hubiera encantado tener desde los 15 esta lista: naproxeno, copa, bragas menstruales, bolsa de agua caliente/manta eléctrica y masturbación. Habría vivido este proceso fundamental de mi cuerpo mucho mejor. Tenemos derecho a ello y avanzamos de una manera exasperantemente lenta.

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