Corrupción en el PP

La mentira como derecho, la corrupción como opción

Partiendo de lo que dijo Rajoy en la 'comisión Kitchen', podemos entender que tanto él, como Aznar, como Cospedal están haciendo uso de su derecho a mentir para “defenderse”

Mariano Rajoy en la comisión Kitchen. FOTO JOSÉ LUIS ROCA

Mariano Rajoy en la comisión Kitchen. FOTO JOSÉ LUIS ROCA / José Luis Roca

Sònia Guerra

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Afirmaba Pablo Casado hace unos días: “No hay que diferenciar a la gente ni por raza, ni por religión, ni por orientación sexual, ni por lengua… Somos todos iguales, somos todos personas. No creo en los proyectos políticos colectivistas porque degradan la libertad de las personas”. Las palabras del próximo jubilado de Génova definiendo como “proyectos políticos colectivistas”, lo que ha sido la lucha constante y diaria de miles, millones de personas para conquistar derechos civiles que garanticen la igualdad de oportunidades resulta irrespetuosa a la par que irresponsable, sobre todo si tu sucesora en el cargo está poniendo en juego los derechos conquistados de las personas LGTBI en la Comunidad de Madrid. Sobre todo cuando tú y los tuyos vivís como una amenaza cualquier avance en derechos y libertades, desde la interrupción voluntaria del embarazo al matrimonio para personas del mismo sexo.

Hace ya algún tiempo que el Partido Popular de Casado se desorienta con facilidad, seducido por los cantos de sirena de la derecha más extrema de su partido, y también de la ultraderecha, si es que hay alguna diferencia. El punto de inflexión fue el 1 de junio de 2018, cuando el entonces líder de populares y todavía presidente del Gobierno decidió ahogar sus penas en manjares bañados de alcohol en el restaurante Arahy, en lugar de asistir a la moción de censura que iba a llevarle a él y a su partido al ostracismo más absoluto. Aquel día parecía el punto final del PP de la corrupción. Pronto pudimos comprobar que se trataba solo de unos puntos suspensivos. 

Desde entonces hasta ahora, la inmoralidad y la depravación de la derecha extrema españolas no han hecho sino crecer: Púnica, Lezo, Erial, Gürtel, Kitchen... podría seguir. Cuando tantas y tantos miembros de un partido están acusados de corrupción, es evidente que no estamos ante un caso individual, sino estructural. Estamos, como afirma el Tribunal Supremo, ante la mayor trama de corrupción en España. Y es responsabilidad del Partido Popular en su conjunto. Porque nunca se rompió con su pasado, como nos recuerdan José María Aznar, Esperanza Aguirre y todos y cada una de las dirigentes populares presentes e influyentes en el enfrentamiento por el liderazgo entre Casado, el chico de los títulos universitarios falsos, y Ayuso, la chica que vive de rentas en un apartamento de lujo en la capital madrileña. 

Dicen que cuando una persona es avarienta no lo es solo a nivel económico, sino también a nivel emocional. En ese sentido, y visto lo visto en las filas de la derecha extrema de nuestro país, cuando una persona o, mejor dicho, cuando una organización política es corrupta, no lo es solo en su capacidad para enriquecerse a costa del erario público, sino que lo es también en los valores intrínsecos a su modelo de sociedad. Afirmaba M. Rajoy el pasado lunes, 13 de diciembre en la comisión de investigación de la Kitchen que Bárcenas y Villarejo “tienen derecho a mentir para defenderse”. Partiendo de esta premisa, podemos entender que tanto él, como José María Aznar, como Dolores de Cospedal están haciendo uso de su derecho a mentir para “defenderse”. El mensaje es contundente. Cuando la mentira es un derecho, la corrupción se convierte en opción. Y eso debería ser inadmisible para cualquier partido político que aspire a gobernar España.