Govern

Coalición en el ring

El combate entre JxCat y ERC no consigue otro efecto que alejar aún más a los partidos independentistas de sus votantes

Pere Aragonès y Jéssica Albiach

Pere Aragonès y Jéssica Albiach / ACN / SÍLVIA JARDÍ

Xavier Bru de Sala

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Esto no es el Dragon Khan del primer tripartito sino algo aún peor, una pelea de dos púgiles sobre un ring. JxCat busca el hígado de ERC con una implacable y progresiva insistencia y los de Junqueras se limitan a parar los golpes. Tal vez así se puede gobernar. Esto cada 'conseller' se lo sabe. El problema es que las acciones del Govern, suponiendo que las haya, se ocultan tras la cara invisible de la comunicación. La ciudadanía solo recibe noticias sobre temas que no son de gobierno sino de 'posprocés'. Los focos de la atención pública catalana se centran, por un lado, en la confrontación que Junts predica pero empuja a ERC a practicar, mientras se abstiene de dar ejemplo. Por el otro, en la polémica sobre la gratuidad del apoyo de Esquerra a los Presupuestos y las sobras de 'peixet al cove' con las que Rufián y compañía se dan por satisfechos.

Un ejemplo de golpe bajo la línea de flotación de la discrepancia entre socios es el tuit de uno de los puños más contundentes de Junts que preguntaba cuánto nos habíamos acercado a la independencia en los seis meses de presidencia de Aragonès. La respuesta es muy sencilla, aunque ERC calla porque prefiere aguantar el chaparrón e ir tirando: 'Nos acerca tanto, o para ser precisos, nos aleja mucho menos que en los 28 meses de presidencia de Quim Torra, que son los que inauguran y consolidan el periodo del neoautonomismo de feria en el que nos encontramos'. Si hay que ser claros, nada de lo que ocurre, ninguna escena del triste espectáculo de la coalición en el ring consigue otro efecto que alejar aún más a los partidos independentistas de sus votantes. Ni unos son capaces de hacer creíble el camino del diálogo como solución ni los supuestos partidarios de la confrontación con prisas son capaces de arrastrar a las masas, y menos aún de convencerlas, más allá del restringido corifeo de los supuestos insumisos y asimilados. Por supuesto que el pugilismo de los socios no hace ningún bien a la causa común, además de perjudicarles a ambos, de modo que hasta la próxima confrontación electoral, quizás más cercana de lo que se supone, no se sabrá cuál de los dos, vencedor a los puntos pero sin aliento, se presenta con menos golpes, moratones, ojos morados, orejas ensangrentadas y miembros vendados.

Para no quedar del todo en evidencia a medida que transcurre el tiempo y no hay forma de pasar de la confrontación de boquilla a plantar cara con hechos, Laura Borràs, erigida en implacable valquiria del ring medio reconvertida en nueva Juana de Arco después de escuchar la voz espriuana del altísimo exiliado en el nuevo Sinaí de Waterloo, emplaza a la desobediencia sobre el 25% de castellano al 'conseller' de Educació que, oh circunstancia irrelevante y casual, no es de JxCat sino de los otros. Ahora bien, dado que se atrapa antes a un estafermo, espantapájaros o figurita plantada que a un cojo, ahora que un miembro de la mesa, y encima de la CUP, que ya era hora que les tocara recibir ni que fuera de paso, ha resultado inhabilitado por no sumergirse del todo y de buen grado en las plácidas aguas de la ola represiva, Borràs, autoerigida en heroína, proclama a diestro y siniestro que no le piensa privar de la condición de diputado... hasta que la misma injusta injusticia que ha condenado a Juvillà le haga saber que se la juega si no obedece con mayor celeridad que su denunciado antecesor, Roger Torrent. Total, que le retirará el acta a toda costa y aún poniendo el grito en el cielo y presentándose como víctima y protagonista de la confrontación. Todo para difuminar que ella misma, la líder de la oposición, el azote de los claudicantes, se agacha bajo la mesa a la que el domador amenaza con chasquear el látigo.

Mientras, Jaume Giró, después de preparar los presupuestos más sociales de toda la historia de la Generalitat, se ha visto forzado a renunciar a una medalla que en buena parte pertenece a JxCat y permitir así que el presidente Aragonès se le adjudique en solitario. Todo para esquivar la foto con Jéssica Albiach, que según Junts es tan cómplice de los opresores como el peor de los verdugos. Los miembros del Govern no discrepan en público, pero ni ellos ni nadie disponen o bien de la voluntad o bien de la capacidad de bajar del ring y dejar de recibir mientras se piensa que es el otro quien se desangra.

Suscríbete para seguir leyendo