Pros y contras

Un actor colosal

Pere Arquillué recrea un mundo inquietante, en solitario, a partir de la voz, de las leves variaciones de tono, de unas manos que magnifican el detalle

Pere Arquillué.

Pere Arquillué.

Josep Maria Fonalleras

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Recuerden esto: 'El cos més bonic que s’haurà trobat mai en aquest lloc' es un montaje excepcional y será visto, con el tiempo, como una referencia inexcusable del teatro catalán del siglo XXI. Puede parecer exagerado, pero no lo es. Se estrenó hace unos días en Temporada Alta y estará en el Romea en unos meses. Dirigido con delicadeza por Xavier Albertí, partiendo de una exigencia extrema, minimalista, escenario vacío y negro, con solo un foco, solo con una pequeña y simbólica mancha roja al fondo, sin más atributos que la robustez del texto de Josep Maria Miró, explica las historias de un pueblo que podría ser cualquier pueblo rural, cerrado, hipócrita, con pecados y culpas y redenciones, arisco, con un pasado turbio.

La literatura de Miró es un prodigio de matices y sensibilidades, pero solo podía interpretarla un actor colosal. Es Pere Arquillué, que consigue lo que Proust adjudicaba a su taza de té: "Todo esto que toma forma y solidez" sale de la taza. Y todo esto, en el caso de Arquillué, es un mundo inquietante que él recrea, en solitario, a partir de la voz, de las leves variaciones de tono, de unas manos que magnifican el detalle. Una obra excelsa que deberían anotar en su agenda ahora mismo.

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