Cambio de ciclo

Muerto el 'procés', llega el mientras tanto

No es que ERC haya renunciado a la independencia, sino que ahora lo que importa es tener la mayoría. El poder. Frente a sus dos rivales, el PSC y JxCat

Entrevista con el presidente de ERC, Oriol Junqueras.

Entrevista con el presidente de ERC, Oriol Junqueras. / Ferran Nadeu

Andreu Claret

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Esquerra sube en las encuestas, aunque el apoyo a la independencia baja, de acuerdo con el último sondeo del prestigioso Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICPS). Es la paradoja que domina y dominará la política catalana durante lo que queda de legislatura. Tras seis meses al frente de la Generalitat, Esquerra Republicana adelanta a su principal adversario, el PSC, que le sacó 49.000 votos en las últimas autonómicas, y casi dobla en votos a Junts per Catalunya, su gran competidor. Un resultado que revela un cambio de fondo en las expectativas de muchos independentistas, puesto que los republicanos no pueden presentar todavía ningún balance de su principal apuesta, la mesa de diálogo con el Gobierno que todavía no ha empezado a andar. El progreso electoral de Esquerra pone de manifiesto que una parte significativa del electorado independentista está más pendiente de las cosas de comer, o de la pandemia, o de la llegada de los fondos europeos, que de la independencia. El castigo que este mismo electorado inflige a JxCat forma parte del mismo deslizamiento hacia posiciones realistas. De nada sirve que el vicepresidente Puigneró reivindique el gen convergente, buscando acuerdos con el Gobierno sobre el aeropuerto (una apuesta controvertida), mientras JxCat siga asociado a la estrategia de la confrontación que defiende Carles Puigdemont.  

Tampoco les disgusta a los republicanos, en contra de lo que podría pensarse, que la independencia baje por primera vez por debajo del 40% como opción preferida, mientras un 53% prefiere continuar formando parte de España. Entiéndase, no es que ERC haya dejado de aspirar a que una mayoría de catalanes apoye la creación de una república catalana. Lo que sucede es que Oriol Junqueras sabe perfectamente, aunque no lo diga, que este objetivo ha quedado aplazado 'ad calendas graecas', tras el fracaso del 'procés', y que lo que le importa, durante el largo mientras tanto que se avecina, es tener la mayoría. El poder. En detrimento de su adversario en la izquierda, el PSC, y de su rival en el campo nacionalista, JxCat, las dos formaciones que le pueden disputar la presidencia de la Generalitat. Y esto solo es posible si Esquerra sube en las encuestas mientras el independentismo irredento se encoge, al menos de momento, dejando sin oxigeno a la estrategia de la confrontación que lidera Carles Puigdemont.

Se equivocan los allegados al expresidente, cuando piensan que los electores independentistas leerán los resultados de la encuesta del ICPS como el resultado de la rendición de Esquerra. Si fuera así, los beneficiarios de esta rendición serian JxCat (y la CUP). La encuesta refleja algo más profundo, un cambio en el estado de ánimo del independentismo tras el estancamiento del 'procés'. Cuando el sondeo revela que menos de un 30% de los encuestados quisieran que éste terminara con la independencia de Catalunya (el porcentaje más bajo de la última década), no expresa un desencanto por la política pactista de ERC, sino una primera toma de conciencia de que la estrategia de la última década ha tocado fondo. Los datos son elocuentes: solo el 8% de los encuestados cree que el 'procés' alumbrará un nuevo Estado para Catalunya. El cambio de percepción es particularmente significativo entre los votantes de ERC, pero también afecta a los seguidores de Puigdemont, donde los que creen en un desenlace feliz del 'procés' (la independencia) no alcanzan siquiera el 30%. La encuesta del ICPS sella el final de un recorrido lineal llamado a culminar, en el planteamiento de sus promotores, con la independencia de Catalunya. Por esto se bautizó hábilmente como ‘proceso’, para dar la idea de algo imparable que iría sumando apoyos en Catalunya (con la ayuda inestimable de Mariano Rajoy y Pablo Llarena) hasta que el final fuera ineluctable. Sin embargo, Rajoy perdió la moción de censura, llegó un Gobierno de coalición más sensible a la España plurinacional, los presos salieron de las cárceles y el 'procés' se quedó sin más gasolina que la de los éxitos judiciales de Puigdemont en Europa y el empeño del Supremo en mantenerlo vivo. El 'procés' ha muerto. Llega el mientras tanto. 

Suscríbete para seguir leyendo