Pros y contras

Reivindicación de Pairolí

Su poética era deudora de la de Montaigne: “Digo libremente mi opinión sobre todas las cosas”, porque así se muestra “la medida de mi punto de vista, no la medida de las cosas”

El escritor y periodista Miquel Pairolí.

El escritor y periodista Miquel Pairolí. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Hace diez años que murió el escritor Miquel Pairolí. No ha habido fastos académicos, pero sí lecturas, encuentros de amigos, evocaciones discretas de su figura, rutas guiadas por los caminos que él pisó y describió. Y también la reedición de sus tres dietarios en un solo volumen, por Editorial Gavarres. Seguro que no será el libro más vendido y es probable que no salga en las listas de los más destacados del año, pero lo cierto es que la prosa de Pairolí, tan deslumbrante y al mismo tiempo tan grácil, tan de piedra picada y tan etérea, merece una reivindicación entusiasta, porque fue (y este libro lo certifica) un ejemplo magistral (serenidad e inteligencia) de cómo afrontar el trabajo de escribir y el de leer. La poética de Pairolí era deudora de la de Montaigne: “Digo libremente mi opinión sobre todas las cosas”, porque así se muestra “la medida de mi punto de vista, no la medida de las cosas”. No hay una verdad única y definitiva, dice, sino la conciencia de contemplar el paisaje y el deber de contarlo. Pairolí escribió un último texto que se leyó en su funeral. Se despedía con la solemnidad de los sabios humildes que escuchan lo que nos dice la naturaleza: "Bebed el vino, disfrutad la miel".

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