Normalización de la ultraderecha

¿Por qué se blanquea a Vox?

Si la derecha mediática mima al partido de Abascal es por algo más que por la simple defensa de la unidad patria. La verdadera cuestión de fondo es que se ha convertido en la única posibilidad del PP para acceder a la Moncloa

abascal congreso

abascal congreso / Susana Vera / Reuters

Ernest Folch

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Y de repente, Vox. El partido ultra ha logrado otro éxito mediático en su doble e inversa estrategia en Andalucía y Madrid. Mientras dejaba al agonizante presidente andaluz a las puertas de unas nuevas elecciones tras tumbarle los presupuestos, profundizaba su romance con Díaz Ayuso en Madrid, y pactaba con ella las cuentas del próximo ejercicio. Lo que aparentemente es contradictorio es en realidad una táctica muy bien pensada y mejor ejecutada: se trata de tensionar hasta el límite, buscar el máximo rendimiento mediático e imponer una agenda ideológica que se cuela o le permiten colarse, como una lluvia fina, en todos los medios. Fíjense, si no, en las condiciones que ha negociado Vox a Ayuso, y que esta ha aceptado sin despeinarse: la revisión de las leyes LGTBI regionales, todavía por concretar pero con aires evidentemente homófobos, una auditoría de tintes racistas sobre la atención a los menores extranjeros no acompañados (conocidos como menas) y al mismo tiempo un aumento en la gratuidad de la escolarización entre 0 y 3 años. Da igual si Vox bascula entre el populismo racista o la demagogia obrerista, emulando la antigua estrategia del Frente Nacional de Le Pen, la cuestión de fondo es que la normalización de su ideología avanza indefectiblemente en la mayoría de noticiarios, que compran su estrategia y lo tratan como si se tratara de un partido más.

La tolerancia con Vox incluye normalizar sus intervenciones inquietantes en el Congreso, cubrir la presencia de Abascal en la cumbre de partidos europeos de ultraderecha como si fuera lo más normal del mundo, o recoger un rifirrafe entre el ultra de Espinosa de los Monteros y Gabriel Rufián como si tratara de una disputa entre iguales. Hay quien incluso recogió el repulsivo tuit de Vox sobre Almudena Grandes como si fuera una ocurrencia más en la diversa política española. Curiosamente, el blanqueamiento de Vox se vuelve histeria incontrolada cuando Bildu vota a favor de los Presupuestos y, entonces sí, hay que explicar que España se hunde. Pero si la derecha mediática mima a Vox es por algo más que por la simple defensa de la unidad patria. La verdadera cuestión de fondo es que el partido de Abascal se ha convertido en la única posibilidad del PP para acceder a la Moncloa. Es aritméticamente imposible que Casado pueda gobernar sin la muleta de la extrema derecha. Da igual si el partido ultra dice barbaridades racistas o homófobas o justifica manifestaciones fascistas. La estrategia es integrar a Vox en la normalidad política, suavizar su apariencia no homologable en estándares mínimos de derechos humanos, y dulcificar los pactos con el PP, los que ya ocurren a nivel regional y los que presumiblemente ocurrirán a nivel nacional.

Curiosamente, los medios, empresarios y vips varios que se dedican a loar la supuesta "libertad" de Madrid, normalmente en contraposición a la decadente Barcelona, nada dirán de los pactos de Ayuso con Vox. Porque lo que está en marcha es una campaña para derogar al precio que sea el actual Gobierno, cuyo pecado es intentar (con más o menos éxito) aplicar políticas de izquierda. Ya se sabe que en España no hay nada más peligroso, rabioso y temible que la derecha cuando está en la oposición, que es capaz de cualquier cosa para inflamar el país y acceder al poder, y si no recuerden la tumultuosa presidencia de Zapatero. Vox es ahora el instrumento necesario para que la derecha mediática, judicial y empresarial asalte la Moncloa. Preparémonos para la madre de todos los blanqueamientos.

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