Apunte

El otro virus de Europa

Manifestación de la ultraderecha española.

Manifestación de la ultraderecha española.

Rafael Vilasanjuan

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Con la pandemia invadiendo el discurso público, no puede haber mejor metáfora que el contagio para describir la reunión de la ultraderecha europea el fin de semana en Varsovia. El virus radical se expande por Europa. Les dio aliento comprobar cómo tensando la cuerda de la tolerancia se podía ocupar la Casa Blanca y ahora desde Varsovia han asomado para mostrar que aquí también hay músculo. Si hace solo una década, con excepciones como Holanda o Francia, en la mayoría de países vivían en la trinchera, hoy si sus lideres arrogantes consiguen salvar sus diferencias y crean grupo propio en el parlamento europeo podrían ser la tercera fuerza. Teniendo en cuenta que a todos les une el anti europeísmo, el problema no es menor.

Todos recelan del futuro compartido, la solución a todos los problemas pasa por recluirse en sus fronteras. No son partidos fascistas, aunque no renuncian a lo que significó y agitan el fantasma. Como el virus han mutado hacia una versión nueva, no sabemos si tan peligrosa pero muy contagiosa. Son reaccionarios, comparten una visión apocalíptica de la sociedad que viene y crecen alimentando todas las fobias posibles: contra la igualdad de hombres y mujeres, contra los inmigrantes, contra los que piensan diferente y en el camino van sembrando todo tipo de negacionismos para recoger descontentos, desde la vacuna al cambio climático.

Derecha liberal

Ya tocan poder en Hungría y Polonia, pero también en Austria con un nuevo canciller que marca terreno contra refugiados e inmigrantes. El problema es que sus políticas acaban impregnando al resto de partidos democráticos, especialmente a la derecha liberal, temerosa de sucumbir en las urnas. Aislarlos, como se ha hecho en Alemania, ha funcionado. El cordón de seguridad de momento es la única vacuna. El próximo capítulo se juega en Francia, con elecciones en primavera y dos candidatos ultranacionalistas. Luego vendrá España, donde podrían acabar gobernando con un partido de derecha incapaz de saber poner distancia. La amenaza es real.

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