Música
Eres un romántico del siglo XIX
Hay una generación que ya no sabe qué es un disco compacto, y menos uno de vinilo
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Estos días los señores de Spotify me han recordado que hace 10 años iniciamos una relación musical (y contractual). Ya sea con ellos o con Deezer, Pandora y otras plataformas digitales, somos muchos los que nos hemos acostumbrado a escuchar música de otra forma. Los nostálgicos seguimos añorando la emoción de rebuscar discos en una tienda y a veces nos compramos un elepé para no perder el hábito, pero hay una generación que ya no sabe qué es un disco compacto, y menos uno de vinilo. Con los años de práctica, hemos entendido la influencia dañina del formato digital, con problemas como el maltrato económico de los músicos que no son de masas, la dificultad —si uno no tiene canales de información— de descubrir por sorpresa a un grupo nuevo, o la arbitrariedad de los algoritmos para predecir nuestros gustos.
Pero al mismo tiempo no debemos desestimar las virtudes del medio. Me parece que 'playlist' nunca ha sido elegida como palabra del año; y de hecho, en teoría, deberíamos llamarla “lista de reproducción”, pero es uno de los recursos que más ha hecho cambiar la audición musical. Tal como ocurría hace 30 años con las cintas de casete, seleccionamos las canciones y hacemos una lista siguiendo un orden muy pensado, le ponemos un título y entonces quizás la compartimos. Se crean así estados de ánimo y atmósferas, insinuaciones amorosas o festivas, retratos narcisistas...
Desde hace un tiempo, el juego de las 'playlists' vive un paso más en su evolución, sobre todo en Youtube. Las listas de reproducción para una fiesta de cumpleaños, un viaje en coche por Francia o una cena romántica en la terraza se han sofisticado, y ahora buscan que el oyente sea el protagonista. Se llaman listas de 'roleplay' —de juego de rol— y tienen títulos como “Segunda reunión con el director y la tensión sexual crece”, “Eres una asesina pero caes bien”, “Eres un romántico y vives en el siglo XIX”, o “Estamos en 1945 y te reencuentras con tu amante”... Es como si con la música elegida estuvieran creando la banda sonora de una película que te debes imaginar, y a menudo son una buena alternativa a las letras insulsas y bobas que dominan el pop actual.
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