Para el buen gobierno

El Consell sirve para aconsejar y basta

La entidad recomienda en qué bancos depositar los ahorros quien los tuviere, en qué supermercados proveerse o en qué gasolinera llenar el depósito

Archivo - Arxivo - L'expresident de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont en una imatge d'arxiu

Archivo - Arxivo - L'expresident de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont en una imatge d'arxiu / David Zorrakino - Europa Press

Albert Soler

Albert Soler

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El objetivo del Consell per la Republiqueta, que hasta hace escasos minutos se desconocía, ha quedado al descubierto. Yo era de los que sostenían que era una inutilidad más, y ahora debo tragarme mis palabras, que fueron fruto sin duda de la envidia. En un prospecto que por sí solo justifica todo el 'procés', el Consell aconseja en qué bancos depositar los ahorros quien los tuviere, en qué supermercados proveerse o en qué gasolinera llenar el depósito. El árbol nos impedía ver el bosque, y mira que la cosa era sencilla: el Consell, como su nombre indica, se creó para aconsejar.

El bueno del Vivales, ya que otra cosa no puede hacer, ni sabe, se dedica a promocionar las empresas de amiguetes lacistas, aconsejando a sus fieles dónde gastar 'los dineros'. Si no hubiéramos estado tan obsesionados con las inquietudes políticas que creíamos tenía el marqués de Waterloo, habríamos entendido que no quiere engañar a nadie, que él no pretende más que aconsejar. Para ello ideó el Consell per la Republiqueta. En realidad, se trata de Consells per la Republiqueta, en plural, consejos que ayudan a mejorar nuestra vida. Y mira que ya Ockham advertía de que la explicación más sencilla suele ser la correcta.

Los consejos del Consell han empezado humildemente, como quien no quiere la cosa: vaya usted a comprar las lechugas a Valvi, que es de fiar, ponga 10 euros de gasolina en las empresas de Canadell, que el pobre bien tiene que comer, y en ese plan. Echo de menos consejos sobre los bares que frecuentar, seguro que ahí aparecería el Cuéllar. Más pronto que tarde, el Vivales aconsejará sobre otros temas de la vida cotidiana, puesto que con buen criterio el Consell huye de aconsejar sobre ámbitos más complejos, que se le escapan. Cómo hacer para que las petunias luzcan más hermosas que las de su vecina, remedios naturales para el estreñimiento, o cuántas horas debemos permitir a los niños conectarse a Internet. Si el Vivales hubiera explicado desde el principio que esos eran sus objetivos, ni los jueces ni la policía habrían sido tan estrictos con un pobre chaval que no quiere hacer otra cosa que dar consejos gratuitos. Aunque quizás la culpa sea nuestra, que no entendimos que el Consell per la Republiqueta no era sino lo que su nombre indica, pequeños consejos para el buen gobierno de nuestro hogar.

Para este viaje no hacían falta tantas alforjas, con que el Vivales hubiera aprovechado su presidencia para aconsejar a todos los catalanes cómo conseguir que la tortilla de patatas salga más esponjosa, ya habría conseguido mucho más de lo que consiguió. Por lo menos sería recordado. Si no en todos los hogares, sí en los de quienes, como yo, no tienen ni idea de cocina.

El Consell per la Republiqueta es por tanto un trasunto a la catalana de la revista 'Pronto', que hace años que viene dando consejos hogareños. Al igual que la revista en la que se ha inspirado, en un futuro no muy lejano, el propio Consell añadirá a su lista de consejos unas cuantas páginas dedicadas a los asuntos del corazón, corazón catalán, por supuesto: las cuitas de Mainat y señora, la Borràs y su segura imputación, quien sabe si por amor, y reportajes a todo color sobre 'Cómo afecta el exilio a la vida en pareja' o 'Cuixart nos presenta al hijo concebido en prisión'. Dar consejos, digo 'consells', está muy bien, pero también tenemos derecho a nuestra propia prensa rosa, editada desde Waterloo.

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