La nota

El noi del Poble Sec

Joan Manuel Serrat se retira tras una larga carrera y haberse convertido en el catalán más universal de los últimos años

Serrat

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Joan Tapia

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Joan Manuel Serrat le ha dicho a Juan Cruz que, tras la larga inactividad causada por la pandemia, quiere despedirse de los escenarios el año próximo -cuando cumplirá 78 años- con una gira que empezará en primavera en Nueva York y que acabará en el Sant Jordi de Barcelona antes de Navidad. Serrat, el número 13 de 'El Setze Jutges', el grupo de cantautores surgido en el tardofranquismo (1965) e impulsado por Miquel Porter, que encarnó la protesta democrática y catalanista contra la dictadura, nos ha acompañado desde entonces y ha sido un protagonista y un testimonio de la vida cultural y política de Catalunya y de España. 

Por todo ello fue uno de los primeros galardonados por EL PERIÓDICO con el título de Català de l'Any en 2004. Serrat es para muchos catalanes de mi generación el reflejo fiel de toda una época. Pero su gran mérito es que ha sabido traspasar fronteras y generaciones y que sigue siendo uno de los cantautores más apreciados en muchos países. 

La primera vez que le vi y le escuché fue en la Facultad de Derecho, primavera de 1966, gritando “ara que tinc vint anys”. Un canto a la rebeldía en un recital de una universidad que se quería hacer escuchar. Le recuerdo también -muchos años después en junio de 2006- en una cena con su mujer, Candela, en casa de Leopoldo Rodés -estaban también Narcís Serra, Antonio Franco y Vidal-Folch- pocas horas después de que Pasqual Maragall anunciara que no se presentaría a la reelección. Serrat habló poco y escuchó más. ¿Fue aquella renuncia el gran tropiezo de la alternativa a la Catalunya de Pujol? Todavía no se intuían las grandes divisiones que vendrían después y en las que Serrat -con firmeza, pero sin ninguna histeria- afirmó bien claro que había mucha Catalunya catalanista para la que la independencia no era ningún sueño.

Pero el Serrat que en 1968 provocó la ira del franquismo rebelándose contra no poder cantar en catalán el famoso “La, la, la” que luego popularizó Massiel, se convirtió después en quizás el catalán más universal del siglo XX. Aquel veinteañero que escuchó a Josep Espar Ticó, el peletero de La Siberia y accionista de Edigsa, implorándole de rodillas que no cantara en castellano en Eurovisión se transformó más tarde por su gran esfuerzo y profesionalidad en un cantautor que, además de en Catalunya, triunfó en toda España, en América Latina (en Argentina le llaman 'El Nano') y muchos otros países con canciones como “Mediterráneo” y los álbumes sobre Antonio Machado y Miguel Hernández, dos de los grandes poetas republicanos.

Quizás el optimismo vital, la empatía, la capacidad de cantar acompañado -sin divismo- y la disposición a sumarse a las causas que ha creído que merecían apoyo sea una de las características de este hijo de familia humilde y represaliada del Poble Sec al que hemos visto actuar junto a otros muchos cantantes. Desde Joaquín Sabina (la última vez en la Navidad del 2019, poco antes de la pandemia) hasta Josep Carreras en sus tiernas y famosas 'Paraules d'amor' en 1992.

Que su última gira se abra en Nueva York, vaya a América Latina, recale en Madrid y se cierre en Barcelona revela el prestigio y la proyección mundial de este “ciutadà de Catalunya” que prepara bien sus conciertos del adiós, pero que esperemos siga componiendo y grabando algún otro disco. Como le dijo a Jordi Bianciotto, “si dejas de pedalear, te caes de la bicicleta”. Serrat ya no puede ostentar sus 20 años, pero “no té l´ànima morta i encara fa bullir la sang”. 

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