Pros y contras

El paso de ERC

Cuanto menos permeable es ERC a las críticas, más se consolida su liderazgo

Pere Aragonés anuncia el acuerdo para los presupuestos

Pere Aragonés anuncia el acuerdo para los presupuestos / Sergi Conesa

Emma Riverola

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Gustará más o menos, levantará más o menos ampollas, incluso muchas, pero ERC parece haber emprendido el camino que, en su día, recorrió la antigua Convergència. Ese trayecto con parada y fonda en la Generalitat, influencia en España y (por ahora) sin apeadero en Barcelona. Un camino que el PNV nunca ha dejado de recorrer. Más pactista que rompedor. Más pragmático que utópico.

Cada paso que avanza ERC es un tropiezo para Junts. El partido de Puigdemont, prisionero de un sector atascado entre la crispación y el delirio, pierde protagonismo ante la consolidación de los acuerdos. Cuanto menos permeable es ERC a las críticas, más se consolida su liderazgo. Su posición es aún tambaleante, cierto. Sus gestos a menudo caen en la teatralidad. Sus negativas siguen adoleciendo de un exceso de intransigencia. Pero, durante los últimos años, el suelo de Catalunya se inclinó demasiado como para aspirar ahora a la perfecta horizontalidad. No, nada de lo ocurrido se acerca, ni de lejos, a la normalidad democrática. Los carnets de traidor aún pululan por el aire. Los rostros aún están teñidos del color de las banderas. Y las promesas vuelan demasiado alto. Falta tiempo para aterrizar. Al menos, ya se mira al suelo.

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