El catalán en la escuela

¿Han matado la inmersión lingüística?

El Congreso aprobó una ley con las mayorías requeridas para una ley orgánica y no puede venir ahora el Supremo a modificar esta ley porque sería un conflicto de competencias entre el poder legislativo y el poder judicial

Unos alumnos realizan ejercicios en un colegio de Barcelona

Unos alumnos realizan ejercicios en un colegio de Barcelona / Ferran Nadeu

Joan Mena

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Este martes conocimos una providencia (que no una sentencia) del Tribunal Supremo que lo que hace es no admitir un recurso de casación del gobierno de la Generalitat de Catalunya en contra de una sentencia del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya que imponía la utilización del castellano como lengua vehicular en el 25% del currículum educativo. Se trata de un nuevo intento de la derecha judicial de acabar con el modelo de escuela catalana que no es otra cosa que un ataque frontal contra la cohesión social y la igualdad de oportunidades. 

La providencia del Supremo responde al marco legislativo de la LOMCE, la 'ley Wert'. Afortunadamente, y después de muchas luchas de la comunidad educativa, varias huelgas del profesorado y las familias y la llegada de un Gobierno de coalición progresista que venía con alianzas plurinacionales, esta ley se derogó y quedó sustituida por la LOMLOE. El marco legislativo ha cambiado y lo ha hecho sustancialmente. La nueva ley orgánica de educación deja claro que son las administraciones educativas competentes, en nuestro caso el Departament d'Ensenyament, las encargadas de determinar el régimen lingüístico de nuestro modelo educativo. Y, encima, es la ley de educación de Catalunya la que también blinda el régimen lingüístico en nuestros centros a través del modelo de inmersión. No hay ninguna duda. La LOMLOE tendría que dejar sin efectos esta providencia del Supremo

Ahora, las administraciones tienen que ser responsables y rigurosas. El Ministerio de Educación no tiene que ejecutar esta resolución, entendiendo que la competencia la tiene el Gobierno de la Generalitat, y hacer prevalecer la LOMLOE que, además, es la ley de la mayoría del Congreso de los Diputados porque fue aprobada con 177 votos a favor. Podemos afirmar, pues, que la mayoría de la soberanía popular de España defiende y avala el modelo de inmersión lingüística de Catalunya. Y el Gobierno de la Generalitat de Catalunya tiene que defender la LEC en su título sobre el régimen lingüístico. Nuestro modelo tiene una mayoría social, una mayoría política y también una mayoría pedagógica que lo defiende y se ha demostrado de éxito porque el alumnado sale de la etapa de escolaridad obligatoria con la doble competencia en lengua castellana y lengua catalana que, en realidad, tendría que ser el centro de interés de este debate. 

Es sospechoso que esta providencia del Supremo se haga pública cuando el Gobierno de coalición está a punto de aprobar unos Presupuestos con una mayoría progresista y plurinacional muy amplia y cuando hemos acordado blindar también el catalán en la futura ley del audiovisual. Las coincidencias no existen en política. No puede ser que el Tribunal Supremo pretenda sustituir el legislativo. El Congreso aprobó una ley con las mayorías requeridas para una ley orgánica y no puede venir ahora el Supremo a modificar esta ley porque sería un conflicto de competencias entre el poder legislativo y el poder judicial. Lo que tienen que hacer los tribunales es velar por el cumplimiento de las leyes y no querer modificarlas por la puerta de atrás. Quiero trasladar un mensaje claro al catalanismo que defiende el modelo catalán: que no nos dividan. Aquí hay dos eslabones más débiles: los socialistas y Junts. Los socialistas no tendrían que escuchar los cantos de sirena de la derecha española y recordar a Marta Mata y el porqué del origen de un modelo que nació en poblaciones como Santa Coloma de Gramenet. Y Junts no tendría que tener la tentación, como ya hizo con el debate de la LOMLOE, de utilizar este tema para abrir un nuevo espacio de confrontación con el Gobierno progresista y también con ERC. Si lo hacen, saldríamos perdiendo todos. Ahora es el momento de defender la inmersión porque tenemos argumentos de todo tipos: políticos, pedagógicos y sociales. 

Por lo tanto, la pregunta es clara: ¿han matado la inmersión lingüística? Está claro que no. Solo morirá si lo hace sola, fruto de la falta de necesidad en el país. En cambio, ahora es más necesaria que nunca. Tenemos un país cada vez más diverso y más plural, con más lenguas que conviven, que se tiene que cohesionar y la escuela es la institución ideal para hacerlo. Por el contrario de lo que ellos querrían, no la han matado porque lleva como protección una coraza que es la transversalidad ideológica que la defiende y la voluntad firme de la comunidad educativa que lo aplica cada día a las aulas porque es un herramienta fundamental de cohesión social y de igualdad de oportunidades.