Inmersión lingüística

En castellano, también

Se pone fin a un modelo de escuela monolingüe que excluía a la otra lengua de los catalanes, el castellano, como instrumento vehicular de aprendizaje

El conseller de Educació, Josep González Cambray.

El conseller de Educació, Josep González Cambray. / ACN / Pol Solà

Joaquim Coll

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Las fuerzas nacionalistas, soberanistas o separatistas, como quieran que les guste llamarse, intentan convertir la ratificación que ha efectuado el Tribunal Supremo de la sentencia del TSJC sobre la obligatoriedad de que un mínimo del 25% de la enseñanza sea en castellano como un ataque gravísimo a la lengua catalana. Evidentemente, es mentira. Como también es falso que haya habido nunca un gran consenso al respecto, ni política ni socialmente: se impuso por la puerta de atrás, a través de los proyectos educativos de centro, porque constitucionalmente tal exclusividad es ilegal. Ahora se pone fin a un modelo de escuela monolingüe, mal llamado de 'inmersión', que excluía a la otra lengua de los catalanes, el castellano, como instrumento vehicular de aprendizaje. 

Hay que recordar que, durante la Transición, socialistas y comunistas propugnaban que la escuela fuera 'també en català' (sin excluir al castellano), es decir, se quería la normalización de una lengua maltratada por el franquismo. Pero el pujolismo, ideológicamente deudor de Òmnium Cultural, acabó imponiendo el 'només en català'. O sea, bilingüismo catalanista frente a monolingüismo nacionalista. El problema es que, años después, una parte de la izquierda acabó creyendo que ese modelo de exclusión era el suyo y que la promoción de la lengua catalana pasaba por erradicar el castellano del ámbito público. Un disparate pedagógico en una sociedad con dos lenguas oficiales y un hipocresía de escándalo porque las élites (también las políticas) han llevado a sus hijos a centros trilingües o a escuelas inglesas, francesas, alemanas o italianas. El nacionalismo ha convertido -con la ayuda de mucho tonto útil- la inmersión en un tótem intocable, planteando un absurdo 'tot o res'. O todo en catalán, o la lengua de Rodoreda y Espriu se nos muere, se pretende hacernos creer. Lo que realmente le ha hecho daño es su politización con el 'procés' y las imposiciones monolingües de los nacionalistas. La sentencia judicial acabará ejecutándose en todas las escuelas aunque el Gobierno Sánchez no quiera mojarse para no molestar a ERC. 

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