El misterio de la tenista china desaparecida y la desigualdad en el deporte

Detrás de cada profesional del deporte hay un modelo para los aficionados, para toda una comunidad en deportes mayoritarios, y para todo un género si las deportistas son mujeres. Y la desigualdad sexual es un clamor.

Peng Shuai.

Peng Shuai.

Carol Álvarez

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Shuai Peng fue campeona del mundo en 2014, ganó el Wimbledon y el Roland Garros pero el reconocimiento a su esfuerzo y talento han quedado sepultados en los últimos días por el escándalo de su desaparición tras haber denunciado por abusos sexuales a un alto cargo del Partido Comunista chino. Si se esconde o está bien, si está en un campo de concentración o privada de libertad, son alternativas a la incógnita que no desdibujan una certeza: puede ser una atleta de élite con valía acreditada, pero eso no le ha evitado los riesgos que siguen, acabando ya 2021, acechando a las mujeres por su condición sexual.

El deporte de alta competición suma a aquellos de entre nosotros que perfeccionan hasta extremos insospechados sus capacidades físicas. Pulverizan récords, saltan, se torsionan, corren más allá de nuestra imaginación y con su éxito nos contagian el espíritu de superación de los límites que creíamos infranqueables, alimentando nuestros sueños y empujando ambiciones y nuevos deseos. Un revés como el de la estrella china del tenis es una afrenta y un golpe a una cadena de valores que pone en en el eje la igualdad sexual.

El fútbol femenino

Detrás de cada profesional del deporte hay un modelo para los aficionados, para toda una comunidad en deportes mayoritarios, y para todo un género si las deportistas son mujeres en una disciplina tradicionalmente masculina como el fútbol.  Las futbolistas de Primera saben muy bien de esto: vuelven a amenazar con una huelga porque las promesas que les hicieron de profesionalización, salarios dignos, recursos adecuados a la categoría y valía de su trabajo  siguen sin cumplirse. Que la jugadora del Rayo Camila Sáez se hiciera una brecha en la cabeza en un partido entra dentro de lo posible en un juego altamente físico, que tuviera que atenderla el servicio médico del equipo rival por no disponer su club de asistentes especializados es intolerable. Es una liga competitiva, y la desigualdad salarial y profesional que sufren las jugadoras pese a sus plantes y reivindicaciones no tiene ninguna justificación razonable.

El poder en el cine

Para conseguir ser algo has de empezar por imaginarte que puedes serlo, e igual que una flexión corporal te acerca cada día un poco más los dedos al suelo cuanto más practicas el estiramiento, la perseverancia en alcanzar la meta es esencial para el avance y quizá el éxito. Esa fe y trabajo han llevado a actrices a reventar los techos de cristal de los géneros, a dirigir películas, a protagonizar cine de ciencia-ficción, de terror de aventuras. Ahí tenemos a Chloé Zhao, dirigiendo The Eternals, la última de la franquicia de Marvel; a Jane Campion, al frente del portentoso western El poder del perro; a la misma Scarlett Johansson, estrella del cine de blockbuster de acción, todas ellas siguen peor pagadas que sus compañeros de profesión, inmersas en una lucha incomprensible. ¿Dan menos dinero en taquilla? ¿Dan más dificultad para rodar? Tienen un pie en el rutilante olimpo cinematográfico, pero van a pata coja en el tablero de los derechos.

'Yellowjackets'

A nuestras pantallas llega ahora la última propuesta televisiva, una serie de suspense centrado en una tragedia que sacude a un equipo de fútbol femenino. Yellowjackets,  en Movistar +, da al puñado de adolescentes protagonistas el estatus rey; competitivas al máximo nivel, desacomplejadas, iguales a efectos de la trama al sinfín de personajes masculinos que invaden nuestro universo de referencias. Mujeres jóvenes y no tan jóvenes ven en el plasma una ficción retorcida: también las mujeres pueden ser competitivas hasta el extremo, pueden afrontar una scary movie en la que no solo gritan, pueden verse representadas en igualdad de condiciones. Pasos así son imprescindibles, pero queda un largo trecho.

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