Política municipal

Por qué ERC dice no a Barcelona

Tras el voto negativo de los republicanos se esconde la intención de secuestrar el presupuesto municipal para garantizar así la aprobación de las cuentas de la Generalitat

Ernest Maragall

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Jaume Collboni

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Tras años en que el ‘procés’ copaba la agenda, ha resurgido con fuerza el debate sobre el futuro de Barcelona. A ello contribuye que en Catalunya se haya abierto una etapa de diálogo, un liderazgo decidido en el Gobierno de España y que en el ayuntamiento hay un gobierno de progreso que no supedita su proyecto a la hoja de ruta independentista.

Barcelona es clave. Para Catalunya, porque Barcelona concentra en su región metropolitana a la mayoría de su población y su economía, y para España porque somos el gran polo exportador e industrial del país, una marca de prestigio global y capital en materias como la innovación, la transformación digital o la atracción de talento.

En ese debate no faltan voces críticas que son bien recibidas cuando se construyen en positivo, y otras que aparecen agrias cuando tras sus argumentos apocalípticos se sitúan intereses refutables con datos.

Barcelona tiene un futuro imparable. En la ciudad sigue habiendo retos como la seguridad o la limpieza viaria, que estamos abordando con 1.000 nuevas plazas de Guardia Urbana en cuatro años (cuyos efectos empiezan a notarse en la caída de los datos de criminalidad) o con el plan de choque de limpieza que acabamos de lanzar, dotado con más de 70 millones de euros. También tenemos desafíos, por ejemplo, en el ámbito de la sostenibilidad, en el que estamos desarrollando una inversión de 50 millones para instalar placas solares, y del acceso a la vivienda, donde seguimos impulsando la construcción de más de 2.000 pisos sociales durante este año.

A su vez, compañías como Microsoft o Pepsico nos han escogido para instalar centros globales de innovación. Somos líderes en creación de empleo en España y el paro se ha reducido a niveles previos al covid-19. Y para no obviar la comparación con Madrid, les diré que Barcelona ha recibido casi el 80% de la inversión en nuevas oficinas de España durante este año, lo que indica que las empresas confían en nuestra ciudad.

A ello ha contribuido que haya existido un clima de colaboración entre gobierno municipal, oposición y sociedad civil para impulsar acuerdos que permitan superar juntos la pandemia. Así ocurrió con el Pacto de Ciudad que hicimos para reactivar y transformar la ciudad, en el que participaron más de 200 entidades de todos los sectores. Así ha sido también en materia presupuestaria, con un amplio apoyo tanto en 2020 como en 2021.

Gracias a ello, el ayuntamiento ha podido aprovechar sus finanzas saneadas para presentar unos presupuestos expansivos en el año 2022, con más de 3.400 millones de euros, que incluyen proyectos tan relevantes como el propio refuerzo de la limpieza, la ampliación de la Guardia Urbana, las inversiones en Mercados Municipales o el inicio de la primera fase de la reforma de la Rambla. Tras estas inversiones está el reto de la transformación, pero también un amplio abanico de empresas, pymes y autónomos que necesitan del esfuerzo municipal para seguir dando una respuesta anti-cíclica a la crisis.

Por eso sorprende la negativa de ERC, que hasta ahora mantenía una actitud constructiva, a ni tan siquiera tramitar estos presupuestos. Su no aprobación supondría perder más de 400 millones de euros para la ciudad, poniendo en riesgo tanto los propios proyectos como el impacto positivo que generan. Creo que la ciudadanía no entendería que nos estancásemos cuando en toda Europa se está redefiniendo la hoja de ruta para afrontar el cambio climático y promover una digitalización inclusiva. Tenemos que aprovechar todos los recursos disponibles, porque los intereses de la ciudad deben situarse por encima de los intereses electorales.

Tras el voto de ERC se esconde la intención de secuestrar el presupuesto municipal para garantizar así la aprobación de las cuentas de la Generalitat. Aragonès replica modelos pasados al tratar a nuestra ciudad como lo hicieron Pujol o Mas, con una mezcla de desdén y subordinación a un proyecto de construcción “nacional” cuyas consecuencias conocemos.

Pese a ello, el gobierno de Barcelona sigue tendiendo la mano a todos los partidos y agradecemos el gesto de responsabilidad de Barcelona pel Canvi para facilitar el debate y la tramitación del presupuesto, porque en estos 3.400 millones está la oportunidad para mejorar la ciudad cuando más se necesita. ¿Vamos a renunciar a ello? Desde luego, nosotros no.

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