Movilidad en Barcelona

Civilizar el patinete eléctrico

La movilidad no es materia fácil de abordar e imposible que arroje resultados deseables si la única política aplicable es la de poner impedimentos a los vehículos de cuatro ruedas

La DGT comienza a multar a los patinetes

La DGT comienza a multar a los patinetes

Anna Balletbò

Anna Balletbò

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La situación del tráfico en la ciudad de Barcelona y sus conexiones de entrada y salida a los municipios que forman el Área Metropolitana se está convirtiendo en un infierno de tiempo, contaminación, dificultades y riesgo. Es evidente que se aprovechó la disminución del tráfico durante el confinamiento debido a la pandemia para experimentar con lo que se denominó “experimentos tácticos” no siempre con criterio razonable pretendiendo dificultar los espacios de circulación en la creencia que poner obstáculos conseguiría reducir el uso del vehículo privado a favor del transporte público. Ha resultado que con la vuelta a la normalidad vivimos un mayor colapso que cuando la ciudad no estaba sembrada de tantos impedimentos y por el contrario ha disminuido la utilización de los servicios de transporte público en contra de lo que el invento hizo suponer.   

En Barcelona el despliegue de los vehículos de movilidad personal (VMP) ha crecido de forma espectacular desde la pandemia, en especial el patinete eléctrico. Según la Encuesta de la Autoritat del Transport Metropolita (ATM) a pesar de que el patinete eléctrico representa solo el 0,85% de los desplazamiento por la ciudad su crecimiento supera a los otros medios de transporte ya que en 2020 creció un 17,6% respecto al 2019. Este incremento sigue y plantea la urgencia de abordar los aspectos básicos de la normativa para su uso, totalmente desconocidos u olvidados por los usuarios.   

Según la encuesta, un 37% de los usuarios reconocen que se saltan los semáforos en las calzadas por las que pueden pedalear y un 43% admite que opta por circular por la acera con el patinete en marcha cuando no hay carril bici. Respecto a la velocidad, un 94% admite que no respetan los 10 km por hora circulando por el carril bici en acera si bien un 97% admite que no sobrepasa los 25 km de límite en carril bici por la calzada. El 83% de los usuarios de patinete explican que antes se desplazaban en transporte público, un 40%; a pie, un 24% y en bicicleta, un 19%. Argumentan que han cambiado de hábito debido a que es más rápido, ahorran dinero y es más cómodo y agradable.

De ello se desprende la urgencia de prohibir circular por la acera haya o no haya carril bici; exigir el uso de casco y señalización lumínica de patinete y usuario; indicar por dónde pueden o no circular; conocimiento de la normativa básica obligatoria; registro de todos los vehículos de movilidad personal y seguro de responsabilidad civil obligatoria. Algunos de estos aspectos los demanda también el RACC (revista Núm. 511/Octubre 2021). No hay otro camino para reducir la siniestrabilidad de usuarios de patinete, peatones y otros conductores de vehículos. También para evitar la colisión de derechos entre quienes optan por este modelo de desplazamiento y quienes desean pasear por las aceras sin que les esquiven o teniendo que esquivar vehículos rodantes con peligro para unos y otros.

La movilidad no es materia fácil de abordar e imposible que arroje resultados deseables si la única política aplicable es la de poner impedimentos a los vehículos de cuatro ruedas. Algo más habrá que hacer si se quiere favorecer el transporte público, pacificar el tráfico y trabajar en favor de la descarbonización y la sostenibilidad del medio ambiente. Seguiremos.

Suscríbete para seguir leyendo