El algoritmo de la desolación
Emma Riverola
Escritora
Y, ahora, la inflación. Y el virus que vuelve a reclamar protagonismo. Y la salud mental que nos resquebraja. Y la cumbre de Glasgow que se quedó en planicie. Y la ola reaccionaria que nos urge a buscar una tabla para surfearla. Y la crispación de las redes. Y las parejas de antes. Y las seguridades de antes. Y los empleos de antes. Y qué miedo, pero qué miedo el futuro. ¿Sí? ¿Realmente?
Nunca la ciencia, la tecnología había estado tan avanzada como hoy. Nunca el conocimiento había sido tan vasto ni las posibilidades tan inmensas. Nunca se habían encontrado tantas curas para tantas enfermedades. Sin embargo, predomina una cierta actitud de medioevo. Y sí, también tenemos una plaga, predicadores y amenazas con alma represora, pero si hemos creado vacunas en tiempo récord, también podemos plantar cara a otros desafíos. Tenemos elementos suficientes para mirar al futuro con entusiasmo. Las dificultades son muchas, sí, pero también las capacidades. Y la tecnología puede ser nuestra piedra filosofal. A veces, me pregunto si no seremos víctimas del algoritmo de la desolación. Una congoja que solo nos hace más débiles ante los que nos quieren víctimas de la nostalgia, de un pasado que no volverá. Ni hace falta.
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