Ágora

El campus universitario de Les Arts de Can Ricart

Las instituciones comprometidas pondremos lo mejor de nuestra parte para que Barcelona sea un punto de referencia inevitable cuando se hable de actividades culturales vinculadas con el conocimiento y la ciencia

Foto de familia de los firmantes del acuerdo para rehabilitar Can Ricart y crear el Campus de les Arts.

Foto de familia de los firmantes del acuerdo para rehabilitar Can Ricart y crear el Campus de les Arts. / ACN

Joan Guàrdia Olmos

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Somos un país que ama su cultura en el sentido más amplio; somos un país que ama las artes en su más amplio sentido, desde la ópera hasta el circo, pasando por la escenografía. El teatro, la música, la escultura, la pintura, etc., forman parte de aquellos aspectos de nuestra cultura que nos gustan y nos exigimos potenciar. Y, a pesar de esto, y de manera absolutamente sorprendente, no tenemos ningún gran centro de investigación, innovación y transferencia de las artes, a pesar de pensar que es una pieza clave de nuestra razón de ser. La universidad y. en especial, la Universitat de Barcelona está implicada en la realidad social y cultural del país y evidentemente no puede vivir aislada de la necesidad de protección, investigación y difusión de la cultura, de las artes. Por eso creamos el campus universitario de las Arts Can Ricart.

Hablaremos varias veces de Can Ricart, no en su versión larga, como el título de este artículo. En su versión corta, simplemente Can Ricart. Y oiremos hablar de ello, puesto que muchas instituciones apostamos y trabajamos para que se convierta en el campus universitario más importante en el sur de Europa dedicado a las artes. Tan simple como esto y, a la vez, tan relevante.

Can Ricart ocupa un espacio parecido a unas cuatro manzanas del Eixample de Barcelona. Para situarlo geográficamente, se encuentra próximo al eje de la calle Pere IV y era uno de los puntos vitales de la Barcelona industrial, donde había una serie de fábricas emblemáticas de la ciudad como por ejemplo La Escocesa, que fue referencia de los productos químicos por el textil. Los edificios están infrautilizados y en una clara situación de deterioro, que no corresponde a su historia ni a las necesidades de un vecindario como el del Poblenou.

Hace unos años, el Ayuntamiento de Barcelona y la Universitat de Barcelona acordaron convertir este espacio en el Campus de las Arts. Esta iniciativa se ha visto interrumpida por varios factores, entre los cuales hay que destacar: la crisis económica acentuada por la pandemia, los trabajos de base arqueológica que obligan a ir a paso lento y seguro y también, hay que reconocerlo, por una excesiva lentitud en los trabajos del proyecto.

Ahora iniciamos otra fase y empieza a andar tanto el proyecto como el compromiso de las instituciones. El campus de las Arts de Can Ricart ha hecho el primer gran paso: todas las instituciones implicadas, tanto las políticas como las académicas, han firmado el acuerdo para empezar a andar. El Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación de Barcelona, y las 'conselleries' de Cultura, Educació e Investigació i Universitats, además de las veintitrés instituciones académicas que disponen de oferta formativa y de investigación en el ámbito de las artes, nos comprometemos a llevar este proyecto adelante. Efectivamente, veintitrés instituciones dedicadas total o parcialmente a la enseñanza de las artes (música, teatro, danza, pintura, escultura, diseño, arquitectura, etc.) y, sin que falte nadie, nos hemos coordinado para poner lo mejor de nuestra parte para que Barcelona sea un punto de referencia inevitable cuando se hable de actividades culturales vinculadas con el conocimiento y la ciencia.

Otras ciudades y universidades lo han hecho antes y ya hace tiempo que Barcelona y Catalunya tendrían que haber dado este paso adelante. Antecedentes como los Arte Campus de Montpellier o el de la McGill University, en Canadá, son importantes ejemplos a seguir y analizar para poder aprender y mejorar sus experiencias. Nuestro proyecto empezará con el concurso de propuestas arquitectónicas para disponer de un punto de partida, puesto que tanto talento acumulado en materia artística disponible pondrá en valor un espacio tan emblemático que, por ahora, está demasiado olvidado.

Dar forma a Can Ricart ha sido una tarea pesada, complicada, a menudo desoladora y demasiado centrada en buscar una financiación, sin tener claro cuál será el objetivo y cómo se desarrollará. Este paso, esta firma, han puesto la primera piedra sólida en el futuro campus, un espacio necesario, imprescindible, incuestionable y de obligatorio apoyo para el país. Porque, al fin y al cabo, un país que se quiere es un país que aprecia y estimula la cultura. Can Ricart será una apuesta firme y compartida en esta dirección. Que este primer paso sea el primero de muchos.

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