Movilidad

Transporte público, la opción necesaria y urgente

En Barcelona hemos decidido congelar las tarifas para 2022. Pero si el precio es importante también lo es una buena calidad del servicio y una buena cobertura territorial

Interior de un autobús de TMB

Interior de un autobús de TMB / JORDI OTIX

Laia Bonet

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En Barcelona hemos decidido congelar las tarifas del transporte público para 2022. Es el segundo año consecutivo en el que tomamos esta decisión. No podía ser de otra manera, en medio de la recuperación de la crisis provocada por la pandemia y, sobre todo, si queremos incentivar que más y más personas opten por el transporte público. Para facilitar esta elección los precios deben ser ajustados.

Son las mismas razones que nos llevaron, hace dos años, a impulsar una revolución de los títulos de transporte. Una revolución que sólo culminará con la puesta en marcha definitiva de la ya demasiado esperada T-Mobilitat.  

Pero si el precio es importante también lo es una buena calidad del servicio y una buena cobertura territorial. Lo primero lo tenemos: en viajes de hasta 30 minutos, el transporte público en Barcelona es el más eficiente de España. Aun así, seguimos trabajando para conseguir una financiación que permita a los operadores garantizar un buen servicio y a la vez afrontar los retos de la renovación de sus flotas. Para lo segundo, la cobertura territorial, es imprescindible invertir en la red, ampliando y reforzando la infraestructura para mejorar la capilaridad y, con ella, la eficacia del sistema. Desde Barcelona pensamos en Rodalies y su plan de mejora que ahora sí, por fin, parece que se toma en serio. 

Pero también necesitamos completar el tramo central de la L9, una infraestructura que todos pagamos a pesar de no utilizarla. Y son fundamentales los 'parks and rides', que debe impulsar la Generalitat cerca de las estaciones de tren de la región metropolitana. Una red de aparcamientos que mejoraría la capilaridad del transporte público y evitaría la congestión en los accesos.

La movilidad es un derecho tan básico como los derechos fundamentales a la salud o a la educación. Si nos podemos sentir razonablemente orgullosos de nuestro sistema de sanidad público, también deberíamos poderlo hacer de nuestro sistema de transporte público. Los más jóvenes lo tienen claro: la conciencia medioambiental y la transición digital están en su ADN.

En las grandes áreas metropolitanas la crisis ambiental, económica y social solo se puede resolver, si hablamos de movilidad, con una apuesta unánime y firme por una red de transporte público eficiente, segura y sostenible.

Barcelona hace tiempo que trabaja en esta dirección. Debemos compaginar la necesidad de un buen funcionamiento de la movilidad diaria con la transformación hacia un nuevo modelo que promueva los desplazamientos a pie, en bicicleta o en transporte público, el medio con un mayor impacto dada la cantidad de viajeros que lo utilizan, su conectividad con el territorio y su carácter inclusivo. 

El éxito del transporte público pasa porque cada día más gente lo elija como la opción más inteligente. Por compromiso, pero también porque sus viajes son más ágiles y más seguros.

La apuesta por el transporte público es urgente: necesitamos que los presupuestos y su ejecución por parte de todas las administraciones así lo reflejen.

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