Assemblea de Catalunya

De la unidad al sectarismo

Se está imponiendo el partidismo y la carencia de razonamientos y conocimientos para afrontar y debatir la realidad. Si no rectificamos perderemos mucho

Laura Borrás, presidenta del Parlament de Catalunya

Laura Borrás, presidenta del Parlament de Catalunya / Quique García (EFE)

Eulàlia Vintró

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Acaban de cumplirse cincuenta años de la fundación de la Assemblea de Catalunya en la iglesia de Sant Agustí de Barcelona. Se trata del mayor acontecimiento político unitario de la etapa final de la dictadura franquista y de la creación de un organismo formado por fuerzas políticas, sindicales, vecinales, intelectuales, sociales, académicas, estudiantiles, etc. , dispuesto a derrocar el franquismo y abrir el camino a una democracia constitucional.

En un país tan acostumbrado a considerar “históricos” hechos que difícilmente obtendrán ningún recuerdo resulta más que sorprendente y criticable que esta conmemoración no haya merecido un eco más significativo en los ámbitos políticos, institucionales y de los medios de comunicación, especialmente los del sector público. Es evidente que han cambiado los tiempos y las circunstancias políticas, que la unidad no puede encontrarse ni en el interior de un partido político ni de un Gobierno de coalición y que resulta casi imposible que la diversidad y pluralidad de fuerzas políticas y sociales coincidan en objetivos comunes.

La Assemblea de Catalunya aprobó un documento de cuatro puntos, sintetizado en un eslogan de tres, 'Llibertat, amnistia i Estaut d'autonomia', marginando la necesaria colaboración con el resto de fuerzas peninsulares –dejaban a un lado las Illes Balears y Canarias- que coincidieran en el antifranquismo. La cohesión, la capacidad de movilización y de ampliación de miembros así como la extensión territorial convirtieron a la Assemblea en un organismo único, relevante y modélico para otros países con situaciones políticas similares.

Si en aquella época el 'partido' era el PSUC, todo el mundo está también de acuerdo en reconocer que la creación de la Assemblea fue una iniciativa suya y que aprovechó su presencia en la mayoría de asociaciones sociales, vecinales y otras para incorporar a las diversas entidades y a los militantes comunistas a la nueva organización. Así lo ha explicado recientemente Miquel Sellarés en alguna entrevista y ha reconocido que Antoni Gutiérrez Díaz, 'Guti', fue el más creativo y activo responsable. También debe recordarse que el movimiento obrero, específicamente CCOO, impulsado por el PSUC, formó parte activa de la Assemblea y contribuyó a su extensión.

Así pues, la Assemblea representa la diversidad antifranquista, la capacidad de formular una política unitaria y el primer punto y lugar de coincidencia entre formaciones centristas, socialistas, comunistas, separatistas, nacionalistas, anarquistas y opciones cristianas, católicas, agnósticas o ateas. El día 5 de noviembre, la presidenta del Parlament, miembro de Junts per Catalunya, y el Síndic de Greuges, secretario general del PSUC en 1986 y presidente de Iniciativa per Catalunya entre 1987 y 2000, convocaron un acto en el Parlament de Catalunya para la conmemoración del 50 aniversario de la creación de la Asamblea de Catalunya. Era una buena idea, por supuesto, pero su realización ha sido poco afortunada, según se ha ido viendo posteriormente.

La Mesa del Parlament no tuvo información ni posibilidades de intervención, tampoco recibieron invitación algunos de sus miembros ni personas relevantes de la política catalana que en su día formaron parte de la Assemblea. Las invitaciones llegaron con muy poca antelación, la sala donde se realizó el acto era pequeña y con poca asistencia, las ocho personas que intervinieron, que según la presidenta debían ser paritarias en género, cumplieron esta condición y curiosamente, a pesar de que cuatro eran ex militantes del PSUC, sólo destacó su relevancia la persona vinculada a Convergència que, junto con la de UDC y el periodista presentador del acto, hicieron aportaciones a la memoria histórica de la conmemoración. El excesivo número de ponentes obligó a disponer de poco tiempo para hablar. Sólo la presidenta y el Síndic gozaron de más minutos pero no los dedicaron a la memoria histórica. El Síndic, a pesar de criticar que no la haya, se atribuyó a sí mismo la obligación de hablar del presente y de sus carencias. La presidenta demostró una vez más que le interesa manipular la historia para hacerla coincidir con sus intereses partidistas y no con su función de representante de todo el pueblo de Catalunya.

La Assemblea de Catalunya, disuelta en 1977, mantuvo la unidad y el rigor. Hoy, como ejemplifica este acto, se está imponiendo el sectarismo, el partidismo y la carencia de razonamientos y conocimientos para afrontar y debatir la realidad. Si no rectificamos perderemos mucho.

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