La pequeña luz
Esa herida luminosa que acabará de convertir la Sagrada Família en una refulgente mona de Pascua, ahora destellando sin descanso, no sé si se corresponde a los dibujos originales de Gaudí, pero sí a sus ambiciones grandilocuentes
Josep Maria Fonalleras
Escritor
Josep Maria Fonalleras
Definitivamente, el cardenal Omella es un hombre modesto. Ha dicho que la estrella de doce puntas que se iluminará el día de la Inmaculada es "una pequeña luz que dará esperanza en momentos de oscuridad". Una luz “pequeña” que provendrá de un montaje de cristal y acero inoxidable, de 7,5 metros de diámetro, que pesa 5,5 toneladas, y que, “después de un año de oscuridad” será todo un punto de referencia en la línea del cielo de Barcelona. Deberemos acostumbrarnos al pequeño impacto visual, aperitivo de lo que vendrá, cuando toque, en la torre de Jesucristo, con una cruz aún más alta que irradiará cuatro haces de luz sobre la ciudad.
Esa herida luminosa que acabará de convertir la Sagrada Família en una refulgente mona de Pascua, ahora destellando sin descanso, no sé si se corresponde a los dibujos originales de Gaudí, pero sí a sus ambiciones grandilocuentes. Este cuerpo que flotará ingrávido y estallando me parece excesivo. La luz colosal llegará en un día, el de la Purísima, en el que, hace tiempo, en las casas, se encendían otras luces, en la ventana o en el balcón, para celebrar la claridad del Adviento. Era un gesto humilde y casero, casi periclitado. Ahora toca la religiosidad modelo Disney.
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