Nueva masculinidad

El machismo cotidiano

Vivir con miedo es no vivir. El miedo es una garrapata que absorbe la libertad de muchas mujeres en su quehacer diario

El machismo mata

El machismo mata

Álex Sàlmon

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Se cuenta que los hombres tenemos un problema con el machismo. Es cierto. Déjenme que me refiera, en este caso, al denominado como machismo pasivo o cotidiano, que referenció Laura Bates. Porque el que es machismo violento, es violento, y rechazado de entrada por la mayoritaria, con excepción de algún crápula. En este caso hablo del que deambula por nuestra realidad, que envuelve al hombre sin que este se lo sacuda de encima como las pulgas y que muchas veces es la antesala del violento.

Es un machismo que está en las conversaciones, en algunas frases sueltas, en los chistes, en las miradas inocentes, pero de superioridad, en las relaciones profesionales o en las familiares.

Este es un debate que el hombre tiene perdido de entrada. Aún siendo el culpable, no sabe transmitir su percepción o defensa, ni un punto de vista referido a esa nueva masculinidad en la que militamos muchos.

Sin embargo, me atrevo a intentar procurar ideas que puedan servir para entenderlo todo mejor. Una cosa son las evidentes injusticias de género, sobre todo en espacios profesionales, y la otra la sensación de miedo que puede tener una mujer a ir sola por la calle. Parten del mismo problema, el machismo, pero una se describe mejor que la otra.

Puede que en las grandes corporaciones no exista de forma tan flagrante, como se observa en medianas y pequeñas empresas, pero es evidente que la brecha salarial entre hombres y mujeres existe y debería ser perseguida judicialmente.

La otra es el miedo. En mi familia se contaba que el abuelo falleció, tras la Guerra Civil, de miedo porque cada día le decían que aquella noche lo vendrían a buscar para ir de paseo. Cada cena creyó que era la última. Pues murió antes.

Escribía Esther Vera en su artículo del domingo en 'Ara', sobre los hombres y el machismo, que “vivir con miedo no se puede normalizar socialmente”. Añado, vivir con miedo es no vivir. El miedo es una garrapata que absorbe la libertad de muchas mujeres en su quehacer diario.

Como propone Vera, soy el primero que cambio de acera para que una mujer no se sienta violentada escuchando pasos detrás. Pero el trabajo está en que nadie se sienta intimidado por oír caminar tras de sí. Y eso es labor de todos, aunque en este artículo salga perdiendo.

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