Aniversario de un discurso

Dejen en paz a Pau Casals

En el 'governet' no saben, ni les importa, que Casals empezó su intervención en la ONU diciendo “I’m catalan” como lo podría haber empezado con “I’m from Calatayud”

Pau Casals

Pau Casals / periodico

Albert Soler

Albert Soler

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Este año nos dan la tabarra con Pau Casals, hasta a la pobre primera ministra escocesa, Pere Aragonès le regaló un libraco sobre el gran músico. Casals nació en 1876 y murió en 1973. ¿Cuál es entonces la efeméride? Pues que se cumplen 50 años de su discurso en la ONU. Acabáramos. Al 'governet' le importa un bledo la biografía de Casals, su historia y no digamos su música, lo único que le importa es que hace medio siglo empezó un discurso diciendo "I’m catalan". Lo demás, sobra.

En el 'governet', ignorantes ellos, todo lo que saben de Casals es que era tan pequeño que para tocar el violín tenía que ponérselo entre las piernas, lo cual explica la empatía de Pere Aragonès con el genio del Vendrell. No saben -ni les importa- que empezó así el discurso como lo podría haber comenzado con un «Yo soy de Calatayud», puesto que no era un discurso catalanista, sino un alegato en favor de la paz. Pero, si los 'lacistas' supieran algo, no serían 'lacistas'.

Casals se refirió a Catalunya para enfatizar que fue siempre un pueblo amante de la paz, se conoce que el bueno de don Pablo no llegó a conocer a los actuales dirigentes catalanes, porque anda que no les va el conflicto, ni a los cachorros 'lacistas' que tienen como diversión apedrear o boicotear actos que no les gustan. De haberlo sabido, se habría guardado mucho de anunciar al mundo que era catalán, hay cosas que es mejor ocultarlas.

Para entender qué pensaba Casals de verdad, más allá de reconocer en un discurso su lugar de nacimiento, basta con acudir a la entrevista que le hizo unos años antes una televisión americana. Ahí sí habló claro: "Si yo quiero ser independiente, no pensaré en mi vecino, en lo que mi vecino necesita, sino solamente en mí mismo. Y eso no está bien". Temo que por mi culpa, por haber revelado tamaña traición, Casals sea considerado en adelante un 'ñordo' y un 'botifler', aunque no creo que le importara mucho, a la vista de quienes son los que otorgan tales etiquetas.

Como gran hombre que era, Casals abominaba de los egoístas tanto como de los violentos, y ambas cosas definen al 'lacismo'. Suerte tiene el 'governet' de que Casals amara la paz ante todo, o se habría levantado de la tumba para correr a golpes de violonchelo a quienes hoy pretenden apropiarse, tergiversándola, de su memoria.

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