Ágora

Hablando de economía desde Nou Barris

El Fòrum Nou Barris debatirá este 11 de noviembre acerca de la recuperación económica pospandemia

Una treintena de familias hacen cola para acceder al centro de distribución de alimentos de Trinitat (Nou Barris), gestionado por Cáritas.

Una treintena de familias hacen cola para acceder al centro de distribución de alimentos de Trinitat (Nou Barris), gestionado por Cáritas. / JORDI OTIX

Xavier Marcé

Xavier Marcé

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Uno le tiene respeto a la economía y también a los economistas. Tengo esta formación y asumo por ello que, a menudo, los economistas se entretienen en predecir el pasado, valga el oxímoron. Hay una parte de la ciencia económica que se dedica a la empresa, que analiza la manera de regular los mercados financieros y que administra los marcos normativos sobre los cuales crecemos y distribuimos la riqueza y, como en todo orden de cosas, estas actividades pueden conducirnos por un camino de progreso colectivo o pueden incrementar las diferencias sociales. La economía, incluso más allá de los postulados ideológicos a los que cada uno se aferre, también está sujeta a criterios éticos y morales.

Por eso, dejando de lado a especuladores y arribistas, en un país y una sociedad de libertades parece correcto y necesario que economistas de toda condición ideológica se sienten y discutan cuáles son las mejores manera de afrontar ese paisaje confuso que aparece en Barcelona una vez apaciguada, que no vencida, la pandemia.

Que economistas convencidos de las virtudes del capitalismo con otros de talante socialdemócrata e incluso algunos escépticos o claramente escorados hacia posiciones más radicales debatan sobre la manera de construir los engranajes económicos que deberían regir para los próximos años es cuanto menos un planteamiento racional.

Debates de esta naturaleza ocurren con relativa frecuencia y con más o menos empaque. Que estos encuentros tengan un impacto mediático relevante depende del altavoz que se les coloque delante y de si en la mesa de turno se sienta un ministro, el presidente de una gran banca o el de un sindicato. En cualquier caso, lo interesante es el efecto que el debate genera en aquellos que lo escuchan. Habitualmente estos debates se hacen en espacios que proporcionan un relativo confort: en S’Agaró, en Sitges, en el Cercle d’Economia o en Foment del Treball. Son espacios donde el análisis, el pronóstico y la recomendación fluyen con la certeza de la macroeconomía y la seguridad que otorgan las confluencias y también las desavenencias políticas.

Pero a día de hoy acontecen algunas incertidumbres sorprendentes. Unas derivan de dos crisis económicas sucesivas (la financiera y la pandémica) que, aun siendo estructuralmente distintas, tienen enormes conexiones. La primera sacó del mapa los fundamentos económicos del siglo XX y la segunda nos ha metido de lleno en el siglo XXI. Otras ponen en duda los criterios que ordenaban la economía y el empleo generando nuevos ámbitos de emprendimiento basados en la creatividad y el uso de tecnologías al alcance de amplias mayorías.

Estamos, a mi juicio, en un mundo que está rompiendo cánones económicos que hace poco parecían inamovibles a una vertiginosa velocidad. Parecerá atrevido decirlo, pero intuyo que más allá de los problemas se atisban nuevas oportunidades que cambiarán sustancialmente la forma tradicional sobre la que se ha construido nuestro “orden social”.

El principio de igualdad de oportunidades (tan formal como incierto), la solidez prescriptora de la universidad (tan tradicional como relativa) o la estabilidad de los proyectos empresariales y de los contratos laborales (tan local y a la vez afectada por tendencias globales) serán objeto de profundas transformaciones sin que ello presuponga renunciar al desarrollo económico, al progreso y al reequilibrio social. Hablar de todo ello es imperioso, tenga yo o no una precepción acertada de lo relevante o incluso pecando de necedad.

Y justamente porque el contexto es relevante conviene que estos debates, con economistas del mismo nivel, con prescriptores de similar capacidad y con líderes económicos de gran responsabilidad, se realicen en lugares donde raramente se habla de economía, pero que son indefectiblemente parte de ella.  

Nou Barris es uno de estos lugares. Un conjunto de barrios de Barcelona a los que la pandemia le ofrecerá nuevas posibilidades porque compiten (ahora sí, con mayor igualdad de oportunidades) con todos estos ingredientes que definen el potencial de la nueva economía: talento, creatividad y acceso universal a las nuevas tecnologías.