Rivalidad

Catalunya, capital Madrid

Mientras Piqué dice que Madrid es un ejemplo para Europa, la ONU dice que Barcelona lo es para el mundo. Quizás si eres rico Madrid debe ser la ciudad ideal, pero para ir en bicicleta, vivir en paz y en justicia, o respirar aire puro, para el mundo parece que es mejor Barcelona

Ayuso

Ayuso

Ernest Folch

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Dijo Gerard Piqué que tiene "envidia sana de Madrid" el día que presentaba allí su Copa Davis. Las declaraciones no pasarían de ser un comprensible agradecimiento a la ciudad que le permite florecer sus legítimos negocios, si no fuera porque se producen en un clima muy concreto, en el que una parte de las élites catalanas reniegan por tierra, mar y aire de la Barcelona de Colau y suspiran por la de Ayuso. Cuando Piqué dice que "Barcelona ya no está al nivel de Madrid", sin que sepamos muy bien con qué criterios hace la evaluación, es porque esta vaga idea se repite machaconamente en todas las comidas pudientes de la ciudad. Curiosamente, el 'establishment' local desarrolla esta teoría de la decadencia de Barcelona en chocante complicidad con una parte del independentismo, del que huyen despavoridos cuando hay que hablar de soberanismo pero al que abrazan entusiasmados cuando hay que triturar a Colau. La fascinación, no se engañen, no es por Madrid sino por el Madrid de Ayuso, que es muy diferente, y empezó el pasado mes de mayo cuando la nueva heroína de estos catalanes arrasó en las elecciones contraponiendo su pretendida 'libertad' al supuesto comunismo de Podemos. La apropiación por parte de Ayuso del concepto de 'libertad"'es una de las maniobras más perversas y brillantes que se han hecho en la política española en lo que llevamos de siglo, pero aún así parece mentira que hayan cuajado con tanto éxito en las zonas altas de Catalunya metáforas tan básicas que parecen sacadas de un manual escolar de la posguerra.

Pero mientras desde nuestra provincia se festeja la liberación de Madrid, como si aquí andáramos con grilletes por la calle, Barcelona no para de recibir reconocimientos internacionales a su gestión de la movilidad y el medio ambiente durante la pandemia. Ya que a algunos les gusta comparar, mientras Colau era invitada a la cumbre de Glasgow arropada públicamente por el alcalde de Londres y la ONU celebraba esta semana los ejes verdes de Barcelona "como un ejemplo a seguir" (en alusión a las 'superilles', mediáticamente denostadas pero ocupadas y celebradas con normalidad por los ciudadanos), nada se sabe de qué hace por el planeta Madrid, una ciudad que no es precisamente famosa por su lucha en contra de la contaminación. Y si seguimos comparando, mientras en Barcelona se ha desarrollado un plan para hacer más limpios y seguros los alrededores de los colegios, en Madrid murió hace pocos días una niña de seis años a las puertas de una escuela atropellada por un coche, entre otros factores porque no hay ningún plan para aislar a los escolares de los coches. Sin embargo, el relato de las élites ya está escrito y mientras un atropello en Madrid es casualidad, un papel por el suelo en Barcelona es estructural: así quieren algunos escribir la historia. No importa que este Madrid añorado sea el del PP que ha devastado a su propia sanidad pública, se desviva por bajar los impuestos a los más ricos y haya batido todos los récords en las olimpiadas de la corrupción. Porque, qué cosas, mientras Piqué dice que Madrid es un ejemplo para Europa, la ONU dice que Barcelona lo es para el mundo. Quizás si eres rico Madrid debe ser la ciudad ideal, pero para ir en bicicleta, vivir en paz y en justicia, o respirar aire puro, para el mundo parece que es mejor Barcelona. Al loro con las comparaciones, porque igual no estamos tan mal, y algunos simplemente nos lo quieren hacer creer. Son los que tienen a Madrid como nueva capital emocional de Catalunya.

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