Aniversario

50 años, de la unidad a la división

Resulta inaceptable que se haya querido establecer un paralelismo entre la Assemblea de Catalunya y la Assemblea Nacional Catalana

Primera manifestación tolerada de la 'Assemblea de Catalunya' en Badalona.

Primera manifestación tolerada de la 'Assemblea de Catalunya' en Badalona. / periodico

Astrid Barrio

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Este domingo se cumplen 50 años de la constitución de la Assemblea de Catalunya, el primer organismo unitario de la oposición democrática en España que fue capaz de reunir tanto a los grupos políticos de ideología diversa que actuaban en clandestinidad, más allá del PSUC, como a entidades de la sociedad civil y a personas independientes. A la Assemblea le debemos la idea ampliamente aceptada en la Transición de que la lucha por las libertades democráticas era indisociable de la lucha por las libertades nacionales y no solo para Catalunya, sino también para los diversos pueblos de España. Su lema ‘Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia’ no solo hizo fortuna, sino que se acabó materializando hasta el punto de comportar la disolución de la propia organización a partir del momento en que se normalizó el ejercicio de la democracia y, por tanto, de la pugna partidista. La enseñanza de todo ello fue que en la lucha contra el autoritarismo exigía unidad, pero que la democracia se basaba en la aceptación de la legitimidad del pluralismo.

Por este motivo resulta inaceptable que, décadas más tarde, se haya querido establecer un paralelismo entre la Assemblea de Catalunya y la Assemblea Nacional Catalana. En primer lugar, porque esta segunda, en vez de favorecer la unidad, ha atizado no solo la división interna sino sobre todo la deslegitimación del disidente. Y en segundo término, porque viviendo en una democracia plena aunque perfectible, la división dicotómica entre buenos y malos que ha practicado la actual asamblea es más propia del populismo que del movimiento democrático. 

En el 50º cumpleaños de la Assemblea hay que reivindicar su papel histórico pero no caer en la nostalgia. El mejor tributo que se le puede rendir es recordar que contribuyó al logro de la democracia y con ella a la aceptación de las divisiones, y por tanto, del pluralismo. Porque una sociedad no por unitaria es más democrática sino más bien todo lo contrario: es más democrática cuanto más capacitada está para sobrevivir a pesar de las divisiones internas.

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